Con el hallazgo en el interior del Mercat del Born del antiguo barrio de la Ribera -arrasado por orden de Felipe V en 1716 después de su victoria en el sitio de Barcelona de 1714-, parece como si en la prensa catalana de comienzos del siglo XXI se esté reproduciendo parte de la batalla propagandística que se cultivó durante la guerra de Sucesión del siglo XVIII.
En el campo de batalla hay dos ejércitos en litigio. En primer lugar se encuentran los herederos de la derrota, los que encumbran a los altares del victimismo la importancia del hallazgo, pues puede hacer ver a toda la nación catalana el estertor sufrido por sus antepasados. En segundo lugar se encuentran los dueños de la nadería, los que repudian el yacimiento tanto por su tamiz político como por la nimia significación cultural de las piedras que lo componen.
Los arcabuceros del denostado austriacismo proponen gestionar nuestro pasado en su propio beneficio político. A otro trabajo igual de arduo se encomiendan los caballeros del delfín Borbón. Ellos aconsejan defender a capa y espada la construcción de la Biblioteca Provincial con cada una de las piedras sonsacadas del maldito yacimiento. Eso sí, les pedimos por favor que no se olviden de llevarse el polvo de la excavación.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 12 de abril de 2002