El PP ha decidido aplazar la celebración de todos sus congresos provinciales -previstos en principio tras los regionales,programados para este otoño- para que no se mezclen el año que viene con el ambiente conflictivo y tenso típico de los procesos preelectorales y para evitar su confluencia con las eventuales crisis que puedan surgir durante la etapa previa a la sucesión de José María Aznar. Esta decisión, que comparten responsables de la dirección nacional del PP y de la mayoría de los territorios, se dará a conocer la semana que viene durante una convención que presidirá el propio Aznar en Burgos.
El PP suele disfrutar, en los últimos años, de un clima de confraternización y casi unanimidad en sus congresos nacionales y regionales, pero es precisamente en las convenciones provinciales donde surgen más disputas y listas alternativas a las oficiales. También es donde el PP dispone de más estructuras pendientes de renovación, a pesar de que en los 51 congresos desarrollados en octubre de 2000 se registraron un 73% de cambios entre los cargos de presidentes y secretarios.
El PP abrió hace meses un periodo de consultas con sus responsables provinciales para sondear su criterio sobre la organización de sus congresos después de los regionales. El primer problema que plantearon casi todos los preguntados fue que no cubrirían la totalidad de sus mandatos, oficialmente fijados en tres años. Muchos argumentaron, además, que no han tenido tiempo para preparar ninguna campaña electoral, donde se mide la pujanza de cada organización.
El PP quería anticipar esos congresos para evitar que se organizaran en otoño de 2003, cuando está ya cerrada la Junta Directiva Nacional que proclamará al sucesor de Aznar como candidato a La Moncloa en las próximas elecciones generales. Los estatutos del PP permiten este aplazamiento.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 12 de abril de 2002