Al margen de la demagógica polémica sobre la ley antibotellón que el diputado socialista por la Asamblea de Madrid Eduardo Sánchez Gatell (al que todos los españoles envidiamos por las condiciones de su futura jubilación) tanto critica por ser especialmente represiva, siendo, a su parecer, lo mejor informar sobre las excelencias de las diferentes drogas, quiero rectificarle su idílica idea de compatibilidad que durante los años de la famosa movida hubo entre los vecinos y el ocio.
Pues bien, nada más falso que esto, ya que, en aquellos años, lo que realmente ocurrió no fue más que una imposición del jolgorio a los vecinos, del cual nunca han participado, pero sí que han sufrido y, por desgracia, siguen sufriendo, siendo además soslayadas, o más bien despreciadas, todas sus denuncias por ruidos y degradación de sus barrios. En aquella época se confundía libertad con libertinaje, y el derecho al descanso, con intolerancia. Y como muy bien dice el refrán, de aquellos polvos son estos lodos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 13 de abril de 2002