No son laicos, no son ni siquiera mitad monjes y mitad soldados: el patriotismo constitucional y aquella mística de hábito y morrión, que los facturaba a la gloria de cabeza, ya no están de moda. Como no lo están el azul telegénico, ni el maquillaje, ni las cámaras, que elevaron a Nixon al firmamento presidencial. Ahora la moda pasa por el blusón huertano y la vara de peregrino. Ahora son mitad romeros y mitad políticos. O será por ese imperativo de la moda o por un contagio de devociones institucionales, la romería de la Santa Faz nos ofreció el jueves un espectacular retablo de cargos públicos y orgánicos, como antes jamás se había visto. Y es que a las elecciones que vienen además de promesas programáticas, hay que echarles mucha fe y más penitencia. Sólo así se entiende que, aun con una meteorología adversa, apretaran las filas y aguantaran el chaparrón. Al frente de todos, marcando la soledad del corredor de fondo, marchaba el alcalde de Alicante, Luis Díaz Alperi; atrás, la centuria de notables al mando de Eduardo Zaplana. Allí, Marcela Miró, presidenta de las Cortes, una representación del Consell, con José Joaquín Ripoll, Fernando Mondragón y García Antón, y numerosos diputados autonómicos y altos funcionarios del PP. Uno de los asistentes habituales dijo: 'Oiga, si parece la Peregrina de la victoria'. 'O de la incertidumbre, vaya usted a saber', murmuró otro.
Tampoco los socialistas se quedaron mancos. Dispuestos a probar todas las fórmulas posibles, sin hacerle ascos a ninguna, el secretario general del PSPV, Joan Ignasi Pla, se pegó la caminata con Luis Berenguer, Ángel Franco y Antonio Moreno. Y qué. Si hay que implorar, se implora, que a los ciento y pico de años de Pablo Iglesias, el sagrado lienzo le saca cuatro siglos, y la tradición tira lo suyo. A su aire, la concejala Carmen Sánchez Brufal, con algunos compañeros de su grupo, mientras en el caserío de la Santa Faz, aguardaban a la comitiva José Antonio Pina, portavoz municipal de los socialistas alicantinos, Blas Bernal y otros colegas. Aunque discretamente, el Bloc no faltó a la cita: se personaron Pere Mayor y el nuevo candidato a la alcaldía Toni Arques. Sólo EU no participó en el multitudinario acontecimiento, cuando menos de manera ostensible. Y luego, claro, se quejan.
Hubo además unos cien mil peregrinos, de a pie, o sea, de los que no van a exhibirse, ni a buscar más tajada, que la que llevan en el capazo. Bastantes menos que otros años. Y es que la lluvia disuadió a muchos y dispersó a otros. Si la patulea de políticos había echado cuentas en votos y en fotos, qué chasco. Pero el tiempo no entiende de estratagemas y las desbarató sin contemplaciones: los socialistas alejados; los populares distanciados unos de otros. Sin duda, la de este año ha sido una Peregrina muy rara. Tanto que Francisco Camps no pudo estrenarse y Julio de España, el presidente de la Diputación, no pudo despedirse.
Hasta ahora, al lienzo verónico se le atribuyen documentalmente trece milagros. Pero habrá que estar a lo que caiga. Porque puede que Eduardo Zaplana tuviera alguna revelación: fue cosa de hacer la romería y de notificar seguidamente a los medios que ya había decidido su futuro político. Misericordia, Faz divina.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 14 de abril de 2002