Yenín sigue cerrado al escrutinio internacional. El Ejército israelí incluso reforzó el cerco a esa ciudad palestina al entrar ayer en varias localidades de sus alrededores (Araba, Hashmiyah y Burquin), donde impuso el toque de queda. Alarmados ante la crisis humanitaria a la que se enfrenta la población, varios miles de israelíes (judíos y árabes) se manifestaron ayer ante el puesto militar de Salem. Sus presiones lograron que el Ejército permitiera el paso de varios camiones con agua y alimentos. Sin embargo, una vez en Yenín, los soldados impidieron el reparto. Un portavoz militar negó ese extremo.
'Hace una hora han venido los soldados y han empezado a disparar al aire; toda la gente que había acudido a recoger comida ha salido en estampida', relató a EL PAÍS a media tarde de ayer el vicegobernador de Yenín, Yamal Hamad. 'En este momento tenemos un tanque enfrente de nosotros y no podemos salir del edificio', añadía en una conversación telefónica.
'No es verdad', respondió a este diario un portavoz militar; 'han entrado 30 camiones en Yenín esta tarde'. El vicegobernador se encontraba junto con otros funcionarios y empleados en un almacén del barrio de Batatín, en el centro de la ciudad. Hasta allí habían acudido para hacerse cargo de la ayuda enviada por la comunidad árabe de Israel y varios grupos de izquierda (agua, leche, arroz, mantas). 'Los camiones han llegado a mediodía y enseguida ha empezado a venir gente; había varios centenares de personas cuando se han presentado los soldados', declaró.
Hamad reconoció que se encuentran bajo el toque de queda y que, por tanto, está prohibido salir a la calle. Sin embargo, no entiende que el Ejército dejara pasar la comida si no iba a poder distribuirse. 'Llevamos diez días de total aislamiento y en las casas empieza a faltar agua y comida; es normal que en cuanto se ha corrido la voz la gente haya corrido en busca de lo que necesita', explica.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 14 de abril de 2002