Los empresarios italianos esperaban más de un Gobierno liderado por uno de sus más hábiles exponentes, el magnate de la televisión Silvio Berlusconi, ante la huelga general convocada para el próximo martes. Quizá por eso, los aplausos que ayer recibió Il Cavaliere en la sesión de clausura de la cumbre anual de Confindustria (la organización patronal italiana) no fueron particularmente intensos ni entusiastas.
Consciente de haber perdido una parte de la confianza de la patronal, Berlusconi hizo un discurso defensivo, en el que declaró que la huelga general, 'que paralizará una parte del país el próximo martes, no paralizará las reformas' anunciadas por el Ejecutivo. Un paro del que, dijo el primer ministro, 'es lícito sospechar que tiene un móvil político'.
La 'luna de miel' entre Confindustria y el Gobierno italiano de centro-izquierda parece concluida. Los más de 4.000 empresarios que llenaban ayer a rebosar la sala de la Feria de Parma, donde se celebraba el congreso, se mostraron más corteses que entusiastas a la hora de premiar con aplausos algunas frases de Il Cavaliere. Una acogida muy distinta de la que ofreció a Berlusconi hace un año. Entonces, en plena campaña electoral, los empresarios le dieron el espaldarazo decisivo para obtener una abrumadora victoria electotal.
La situación ha cambiado radicalmente en un año y Confindustria ha enunciado una larga lista de quejas al Ejecutivo. Si ayer su presidente, Antonio d'Amato, fue discreto limitándose a declarar que sólo se han dado 'pequeños pasos' adelante, el viernes, el responsable económico, Giampaolo Galli, fue mucho más duro. Galli reprochó al Ejecutivo no haber cumplido la promesa de reducir los impuestos y recortar el gasto público.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 14 de abril de 2002