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Goles brillantes

Se llama Alfredo. Destaca por su corta estatura y es madrileño, aunque no del Madrid, como ayer se encargó de demostrar. Y lo hizo marcando el gol de su vida. Un golazo que si lo hubiese firmado una estrella mundial se recordaría por muchos años. Corría el minuto 39 de encuentro cuando Alfredo se internó por el costado derecho del área, levantó la cabeza y tras ver adelantado a César, le batió con una espectacular vaselina. Una parábola perfecta, templada, una caricia al balón que se convirtió en el más perverso de los disparos. Un tanto que llevó el jolgorio a las gradas.

No fue la única obra de arte que se pudo ver en El Sadar. El partido dejó pinceladas que deberían permanecer en la retina. El tercer gol de Osasuna, el que prácticamente rubricaba la victoria navarra, también fue espectacular. Una gran internada por la banda izquierda de Lekumberri, sorprendentemente transformado en extremo, cuyo centro fue rematado de volea por Iván Rosado a la escuadra. Un disparo imparable que César no pudo atajar.

Fueron muestras de que, pese a ser un partido marcado por la tensión, la calidad no dejó de estar presente. Un partido que en el que hubo más de una fricción. Osasuna planteó un encuentro así, de tú a tú, y convirtió el terreno de juego en un campo de batalla. No fue un partido violento, pero dejó en evidencia que a estas alturas de la Liga un punto debe lucharse hasta las últimas consecuencias.

Figo fue retirado en camilla tras hacer ostensibles gestos de dolor. Por un momento se pensó en el Mundial, en lo que a estas alturas de competición supondría una lesión. Raúl tampoco se mantuvo al margen de las refriegas y realizó una dura entrada sobre Josetxo que le costó la tarjeta. Algo a lo que no tiene acostumbrado el siete blanco. Y a Hierro también se le notó pasado de revoluciones. El capitán madridista estuvo poco centrado, sobre todo tras una supuesta agresión de Fernando.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 15 de abril de 2002