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CRISIS EN VENEZUELA

EE UU admite que conocía a los golpistas y sus intenciones

La Casa Blanca asegura que jamás prometió su apoyo a un golpe de Estado

La crisis venezolana ha supuesto un fracaso para la diplomacia estadounidense. Su tardanza en condenar el golpe ha dañado la posición de Washington dentro de la Organización de Estados Americanos (OEA) y ha demostrado que el Departamento de Estado fue incapaz de interpretar correctamente los acontecimientos, pese a que sus funcionarios estaban informados del proyecto de golpe de Estado desde hacía meses.

La Casa Blanca admitió ayer que conocía las intenciones de la coalición que trató de derribar a Hugo Chávez, y que compartía sus objetivos, pero negó que hubiera estimulado a los golpistas. La implicación de EE UU en la intentona contra Chávez se convirtió en un nuevo agobio para Bush. El diario The New York Times reveló que varios altos cargos de la Administración se habían reunido en los últimos meses con los dirigentes de la coalición opositora a Chávez, y se habían mostrado de acuerdo con ellos en que el presidente populista debía ser apartado del cargo. "No les desanimamos; enviamos señales sutiles e informales que indicaban que no nos gustaba ese hombre [Chávez]. Ni les dijimos que no se atrevieran [a lanzar el golpe de Estado], ni les ofrecimos armas o les prometimos ayuda", explicó al diario un alto cargo del Departamento de Defensa que participó en las conversaciones.

El portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, pasó grandes apuros para explicar el ambiguo papel desempeñado por EE UU. "Es cierto que hubo reuniones con la oposición, incluyendo a Pedro Carmona, pero en todas se mantuvo el principio de que había que respetar los mecanismos democráticos; dijimos, además, de forma explícita, que EE UU no apoyaría un golpe de Estado", explicó Fleischer, quien se negó a revelar si Otto Reich, el polémico subsecretario para Asuntos Americanos, implicado en el escándalo Irán-Contra y vinculado al lobby cubano-americano, había participado personalmente en esos encuentros.

Fleischer expresó el viernes y el sábado la satisfacción de la Casa Blanca por la "dimisión" de Chávez. Ayer siguió hablando de "dimisión" y afirmó que se ignoraba si había existido o no un golpe de Estado. "Eso es lo que trata de averiguar la misión investigadora de la OEA", dijo.

La imagen de EE UU ha sufrido un grave deterioro dentro de la OEA. Todos los miembros aplicaron inmediatamente la Carta Democrática Interamericana, que obliga a condenar e investigar cualquier relevo de poder al margen de la legalidad en un país de la OEA. Todos, menos EE UU. La Carta fue firmada por el secretario de Estado, Colin Powell, en Lima (Perú) el pasado 11 de septiembre y es, según el propio Powell, una de las "guías fundamentales" de la política estadounidense para el resto del hemisferio. Pero el sábado por la mañana, cuando la OEA se reunió con urgencia en Washington para condenar el golpe de Estado, el embajador de EE UU ante la organización, Roger Noriega, criticó a los demás asistentes por conceder más importancia a lo ocurrido en Venezuela en las anteriores 24 horas que a lo ocurrido en los anteriores 24 meses. Noriega trató de convencer a la asamblea de que la caída de Chávez era conveniente para todos y, por tanto, no condenable. "En ese momento, el sábado por la mañana no sabíamos que el presidente interino [Pedro Carmona] iba a suprimir el Parlamento, la Corte Suprema y otras instituciones; cuando conocimos la evolución de los hechos, los condenamos", explicó ayer el portavoz presidencial.

Por otra parte, el Departamento de Estado anunció ayer que el personal no esencial de la embajada de EE UU en Caracas estaba autorizado a abandonar Venezuela si lo deseaba. El Departamento aclaró que se trataba de una medida habitual que se tomaba en países en crisis.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 17 de abril de 2002