Los 123.000 caribúes que se dirigen desde Canadá hacia el norte de Alaska pudieron respirar aliviados ayer cuando el Senado de EE UU rechazó la propuesta del presidente George Bush de permitir la explotación petrolífera en el Refugio Nacional Ártico. La mayoría demócrata se opuso con 54 votos a uno de los pilares del plan energético de Bush. "El presidente seguirá luchando por los 10.000 empleos que supondría la explotación", afirmó el portavoz de la Casa Blanca.
George Bush necesitaba que 60 de los 100 senadores votaran a favor de abrir a la perforación una zona de 6.070 kilómetros cuadrados, el tamaño de la provincia de Tarragona. Ayer, sus portavoces aseguraron que tratarán de incluir el proyecto en otra ley.
"No vamos a permitir que los republicanos destruyan el medio ambiente", dijo el líder de la mayoría demócrata, el senador Tom Daschle. El conjunto del Refugio Nacional Ártico tiene la extensión de Castilla la Mancha. Es conocido como el Serengeti americano por la biodiversidad que acoge: caribúes, alces, glotones, gansos, bueyes almizcleros, osos pardos en verano, osos polares en invierno.
"En un momento en que están subiendo los precios del petróleo y del gas, el Senado ha perdido una oportunidad para llevar a EE UU a una mayor independencia energética", afirmó Ari Fleischer, el portavoz de la Casa Blanca que había hecho de las perforaciones en Alaska uno de los pilares de esta política energética. Hace una semana, el mismo Fleischer declaró a propósito de la decisión de Sadam Hussein de cortar sus exportaciones de petróleo: "El presidente sabe que en el refugio hay el petróleo equivalente a 46 años de importaciones desde Irak".
Guerra de cifras
Los cálculos del Servicio Geológico Americano en 1998, señalan que el crudo obtenido en Alaska es muy inferior y las propias compañías petroleras reconocían el alto coste que suponía su explotación.
La votación de ayer es el fin de "una de las mayores batallas de los grupos de presión en Washington en los últimos años", como la definió el diario The New York Times. Comenzó en agosto, cuando la Cámara de Representantes permitió la perforación a falta de ratificación por parte del Senado.
De un lado, el Estado de Alaska (que no cobra impuesto sobre la renta y cada año reparte un cheque de unos 1.500 dólares entre sus habitantes a cuenta de las explotaciones de petróleo ya existentes), las petroleras y los republicanos que transformaron el debate en un tema de seguridad. De otro, ecologistas y demócratas.
En medio, el Servicio Geológico del Departamento de Interior. El 29 de marzo publicó un estudio de 75 páginas en las que se decía que los que más sufrirían el impacto ambiental de oleoductos, carreteras y explotaciones, serían el caribú y esa especie de gran bisonte peludo que es el buey almizclero.
De los caribúes, que recorren más de 600 kilómetros desde Canadá para criar allí en verano, asegura: "Se verían reducidos sus lugares de cría y la supervivencia de las crías". Algo que agravaría la situación de la manada, que en 1989 contaba con 178.000 ejemplares.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 19 de abril de 2002