En la dirección de Convergència i Unió (CiU) se ha impuesto la cautela y la indefinición ante el proyecto de ley de Partidos Políticos que coloca a los nacionalistas catalanes en una incómoda posición: entre su tradicional apoyo a la lucha antiterrorista y su proximidad ideológica a los nacionalistas vascos. Por ello, se resiste a confesar su voto a la espera del final de las negociaciones entre el Partido Popular y los socialistas. Un acuerdo entre las dos fuerzas mayoritarias -que los nacionalistas dan por seguro- situaría a los diputados de CiU más cerca del voto a favor que de la abstención en la que se mueven en estos momentos.
CiU ha descartado una enmienda de devolución y ha optado por presentar enmiendas parciales -una veintena en total pero pendientes de su ratificación por el grupo parlamentario- que afectan a la redacción de la ley más que a la posible inconstitucionalidad de alguno de sus artículos, como por ejemplo su carácter retroactivo. CiU confía en que la hasta ahora buena marcha de las conversaciones con el ministro de Justicia, Ángel Acebes, sirva para despejar las dudas que todavía albergan sus diputados, en especial sobre la utilidad de la ley en la lucha antiterrorista.
Con la excusa de la ilegalización de Batasuna, CiU teme que el PP incluya en el articulado términos que afectan "al campo de las ideas y de la ideología que nada tienen que ver con el terrorismo", según ha reiterado esta semana el conseller en cap, Artur Mas. CiU será extremadamente minuciosa en la redacción de la ley para evitar, por un lado, la introducción de expresiones que puedan demonizar el nacionalismo y, por otro, para eludir posibles lecturas laxas por parte de los jueces.
Actitud sobre el PNV
Las numerosas dudas sobre la oportunidad de la ley que asaltan a los nacionalistas se ven atemperadas por la manifiesta predisposición del PP, admiten en las filas nacionalistas, a negociar su contenido. Una actitud que dista de la mantenida cuando el PP y el PSOE firmaron el Pacto Antiterrorista, acuerdo en el que los nacionalistas se sintieron menospreciados.
La complicidad ideológica con el PNV pesará menos, precisan fuentes de la dirección nacionalista, en la decisión final. "Somos conscientes de que algún día tendremos que enfrentarnos con el PNV, porque las realidades del País Vasco y de Cataluña son diametralmente opuestas", manifiesta un alto cargo de CiU. Y en voz baja admiten que, pese a que la ilegalización de Batasuna impedirá conocer cuál es su apoyo electoral, podría darse un trasvase de votos hacia el partido de Xabier Arzalluz que consideran beneficioso.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 20 de abril de 2002