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BUNBURY | ROCK

Una personalidad convincente

El zaragozano Enrique Bunbury dio anoche el pistoletazo de salida a la gira española y americana en la que, durante este año, va a presentar en directo su tercer disco en solitario Flamingo's. Y fue sonado el pistoletazo, ya que el concierto reunió a una multitud de paisanos y agregados a la condición de fans del ídolo maño, que abarrotaban el recinto.

Precedidos por una breve actuación de Jaime Urrutia, quien realizó buen número de pases de su personal rock torero, Bunbury irrumpió en escena acompañado de un grupo de músicos tan numeroso como efectivo.

Empezó pisando fuerte, con glamour y elegancia y el triunfo pintado en el rostro. Atacó con el tema El club de los imposibles, y la magia de este intérprete talentoso comenzó a desplegarse hasta el último rincón del pabellón. Hubo preceptivos saludos a las autoridades locales y también palabras de gratitud para una masa de espectadores que habían recibido su primer tema con un estallido de júbilo.

El Bunbury de 2002 baila, se mueve con actitud de megaestrella del pop, pero en plan bien, y parece haber arrinconado oscuridades pasadas tras una cortina de colores canallas; detrás de un biombo de cabaret rockero al que sólo van monstruos que no lo parecen a la luz nocturna. Es decir, la pura esencia del rock de siempre.

Las nuevas composiciones de Enrique Bunbury van en esta línea y son, por ello, más nítidas y fáciles de comprender que sus temas más antiguos.

Eso no quita que, a efectos del público fueran Salomé o Infinito, los temas que mayor cantidad de aplausos obtuvieron. Sin embargo, a gusto de quien esto escribe -sólo es una opinión como otra cualquiera-, canciones como Enganchado, el espectacular single Lady blue o Sácame de aquí, (canción con la que iniciaría un brillante bis) revelan el mejor camino para un artista como Enrique Bunbury, que tiene talento y dominio escénico para triunfar en cualquier escenario en el que se proponga.

Espacio para otros

También hubo espacio para versiones de otros músicos, de modo que el legendario Jinete, de José Alfredo Jiménez, cabalgó una vez más merced a la voz y el homenaje de Bunbury. Para hacer la noche más grande, el intérprete invitó al ex guitarrista de Héroes del Silencio Pedro Andreu, a revivir viejos momentos de rock gótico, con una recreación semiacústica del añejo Maldito duende, que hubiera puesto los dientes largos al mismísimo Raphael.

Para finalizar el concierto y con el recinto deportivo rendido a los pies de la estrella, Enrique invitó a Jaime Urrutia a interpretar juntos Camino Soria, en una excelente versión. Muy buen fin de fiesta que augura una no peor temporada de actuaciones para este artista excesivo, que desafía a la crisis musical con la mejor de las armas posibles: una personalidad artística convincente.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 20 de abril de 2002