Ahora que todos saben lo que ocurrió en Yenín, ¿a qué esperamos para reaccionar? Sharon ha demostrado ya el respeto que le merecen la vida y la dignidad humanas. Si aquellos que pueden pararle los pies siguen cruzados de brazos, ¿qué evitará nuevas atrocidades equiparables a las de Yenín o Sabra y Chatila? Tenemos una ocasión histórica para frenar una injusticia de escala universal antes de que sea sancionada por la propia historia. Y no debemos despreciarla.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 22 de abril de 2002