Mucho se está diciendo sobre la carretera que une Villamanrique con la carretera de Matalascañas. La mayoría de las opiniones son expresadas por los interesados en su construcción y suelen ser falsas. Comienza la falsedad en llamar carretera a lo que no es más que un camino rural y ha sido convertido en carretera sin respetar la normativa vigente en materia ambiental. Otra de sus mentiras es el beneficio económico que supuestamente va a generar en Villamanrique pero que nadie es capaz de demostrar con cifras. Lo que sí es demostrable es que la carretera va a generar inmensos perjuicios a la Comarca de Doñana. El primero ha sido el atropellamiento de un lince y el cruce de una zona de alto valor ambiental. Pese a quien pese, gracias a 'bichos' como el lince, Doñana es visitada anualmente por más de medio millón de turistas que generan miles de millones y que permiten la existencia de puestos de trabajo en el Parque Nacional, el Natural, las empresas de turismo activo, alojamientos, restaurantes..., y miles de millones en subvenciones todos los años. Si perdemos la fauna y los espacios naturales se degradan sin remedio se perderán muchos puestos de trabajo en Doñana. Además, la existencia de la carretera no significa que los turistas vayan a parar en Villamanrique ni que los que paren puedan crear en el municipio miles de empleos. Otra de las justificaciones es el fácil acceso de los turistas a Matalascañas, lo cierto es que los turistas pueden acceder por las magníficas carreteras de Hinojos y la conexión Bollullos-Almonte, desdoblada hasta esta población y, por tanto, más segura y más rápida. Durante un año ha estado cerrado al tráfico el camino rural de Villamanrique y no ha ocurrido nada, los turistas han ido a la playa y los desplazamientos se han realizado por la carretera Villamanrique-Hinojos, un desvío de 15 minutos, vamos, inapreciable. Por último, hay que señalar que existe una marca, Doñana, que genera todos los años cientos de millones en la Comarca y que se perderá si se siguen con estas iniciativas totalmente insostenibles por parte de algunos políticos ciegos y que sólo saben mirarse el ombligo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 23 de abril de 2002