Los niños absentistas suelen vivir en familias desestructuradas. Sus padres tienen un nivel de formación bajo, y están en paro, en prisión o desempeñando oficios marginales. Sus ingresos, por eso, son pocos y en la mayoría de los casos bastante irregulares. En casa de estos niños no hay libros, ni costumbre de leer, ni lugares apropiados para estudiar. Los más pequeños, de tres y cuatro años, no van al colegio porque nadie madruga para darles el desayuno, vestirlos y llevarlos a clase; los mayores, sobre los 12, tampoco. En el caso de las niñas, porque se quedan cuidando de sus hermanos pequeños; en el de los niños, porque se van con sus padres al mercadillo a colaborar en la economía familiar y pensando en ganar dinero para comprarse una moto. No son necesariamente gitanos: 'Éstas no son conductas asociadas a la etnia, sino a la exclusión', recalca Andrés Moyano. 'Hay gitanos muy concienciados y payos que no'. 'La escuela es clave para la integración', insiste Rosa Palencia. Y remacha: 'El absentismo no suele interpretarse como un riesgo social grave, pero lo es'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 23 de abril de 2002