Juan Luis Cebrián, Santos Juliá y María Cifuentes fueron ayer los encargados de presentar en la Residencia de Estudiantes de Madrid el último libro de José Ortega Spottorno. Presidente de honor de EL PAÍS -el periódico que contribuyó a fundar en 1976 y del que redactó sus principios ideológicos-, ingeniero agrónomo de carrera y creador de Alianza Editorial en 1966, Ortega Spottorno (Madrid, 1916) falleció el pasado 18 de febrero sin ver publicado Los Ortega (Taurus). Se trata de un libro, el último de los que escribió, que reconstruye más de un siglo -de 1824 a 1955- de la vida intelectual de España siguiendo las peripecias de su familia. A su brillante condición de editor, se sumaron ayer los elogios por su obra de memorialista.
El acto de presentación del último libro de José Ortega Spottorno fue presidido por su viuda Simone, sus hermanos Miguel y Soledad y dos de sus hijos, Andrés e Inés. Jesús de Polanco, presidente del Grupo PRISA, acompañó a la familia en una reunión que terminó por ir más allá del propio libro, Los Ortega, para celebrar la ejemplar trayectoria de Ortega Spottorno como uno de los grandes impulsores de la cultura y la vida periodística de la España más reciente.
Un acto triste, pero también alegre, comentó durante su intervención Juan Luis Cebrián, consejero delegado del Grupo PRISA. Triste, por el reciente fallecimiento del autor. Pero alegre por tratarse de la presentación de un libro, del que dijo que bien podría leerse como un "documento sobre la inmortalidad, en tanto en cuanto ésta tenga que ver con nuestra supervivencia en el recuerdo del otro". En ese sentido, Cebrián comentó que Los Ortega constituye la crónica de la permanencia de "un estilo, una visión, una forma de hacer y de estar en el panorama intelectual de la vida española".
Al empezar su intervención el escritor y académico se preguntó por la insistencia por parte de Ortega Spottorno en que fuera él el responsable del prólogo del libro. "Al final creo haberlo comprendido y es que me parece que ve la historia de su familia fundamentalmente como la historia de una familia de periodistas, de creadores y empresarios de la vida intelectual, ligados a diferentes medios de comunicación en distintos momentos históricos".
Y es que hay un hilo conductor de cabeceras ligado a la familia. Ortega Munilla, el abuelo, dirigió durante muchos años El Imparcial. José Ortega y Gasset fue el inspirador fundamental de El Sol. Ortega Spottorno, el inicial promotor de la fundación de EL PAÍS. Un hilo conductor y una única vocación: ser agitadores de la vida intelectual de un país.
Regreso de una tradición
Cebrián celebró también el regreso de una tradición que se había perdido durante el franquismo. La tradición del memorialismo, el desafío de contar la historia, y de contarla a fondo. "Todos los que ignoran la historia están condenados a repetirla", comentó, y se permitió corregir al historiador Santos Juliá, que durante su alocución había aludido a dos vicios decimonónicos: el de los periodistas que se otorgan la facultad de nombrar ministros y la de los gobiernos que nombran directores de periódico. "No es algo de otros tiempos", dijo Cebrián refiriéndose a algunos periodistas que se ufanan de tumbar presidentes y recordando que, durante el franquismo, se nombraron desde el poder a diferentes directores de periódicos.
Cebrián terminó planteando si no sería oportuno recuperar aquellas "grandes vociferaciones" de Ortega y Gasset -por el sentido común, por la libertad, por la modernización, por el entendimiento...- y preguntándose si todos los jóvenes cachorros de la política actual no tendrían mucho que aprender de aquel talante europeísta y liberal del gran filósofo español.
Santos Juliá, que habló sobre todo del libro, dijo que son cuatro los hilos que construyen su trama: Madrid, la figura del intelectual, la prensa y la tradición liberal. Los Ortega se inicia con un retrato de José Ortega Zapata (1824-1903), continúa con la recreación de las vidas de Eduardo Gasset y Artime (1832-1884) y José Ortega Munilla (1856-1922), y luego se sumerge en las peripecias, la obra y el mundo de su padre, el filósofo José Ortega y Gasset (1883-1955), auténtico protagonista de estas singulares memorias, que recorren, de 1824 a 1955, más de cien años de historia de España.
Santos Juliá habló de los inicios de la tradición del intelectual, cuando todavía no se conocía con ese término, recordando las trayectorias de Gasset y Artime y Ortega Munilla, para terminar centrándose en ese gran acontecimiento que supuso la irrupción de José Ortega y Gasset en la vida cultural española. Mostró cómo a través del valor concedido a la escritura y a la palabra -charlas informales, conferencias, artículos- el filósofo bajaba de su pedestal para arriesgarse a intervenir abiertamente en la construcción de los derroteros políticos de su propio país.
La directora de Taurus, María Cifuentes, habló de Ortega Spottorno desde la proximidad del trato entre autor y editor y dijo de Los Ortega que fue un libro en el que tuvo una profunda implicación sentimental. Aludió al momento en que conoció el manuscrito, "pulcramente guardado en carpetas azules", y de las múltiples lecciones que el propio Ortega Spottorno le fue dando como editor, cuando en este caso se trataba del autor del libro. Cifuentes destacó también Los Ortega como un libro que reconstruye un momento particularmente brillante de la historia cultural de Madrid.
También Santos Juliá subrayó el singular momento creativo que vivió la ciudad durante los años diez y veinte del pasado siglo, esa época que se conoce como la edad de plata de la cultura española y en la que tuvo una extraordinaria influencia la obra, el talante y el estilo de José Ortega y Gasset.
"La mirada limpia"
En un salón abarrotado que no pudo acoger a todo el público asistente, editores, políticos, historiadores y, sobre todo, amigos, recordaron y homenajearon a José Ortega Spottorno. Y encontraron, como apuntó Cebrián, "la mirada limpia de un hijo que ha querido homenajear a su padre, a su abuelo y a su bisabuelo". Y a un hombre, que supo vivir bajo la sombra de un monstruo intelectual como su padre, el filósofo Ortega y Gasset.
Entre los asistentes destacaron políticos, como Joaquín Almunia, ex secretario general del PSOE, y Fernando Morán, ex ministro de Asuntos Exteriores socialista; editores, como Emiliano Martínez, Francisco Pérez González y Rafael Martínez Alés. Estuvo también presente Isabel de Polanco, consejera delegada del grupo Santillana. Una de las personas que vivió especialmente la noche de ayer fue la catedrática de Filosofía, Ana Esther Velázquez, que ayudó a José Ortega Spottorno en la elaboración final del libro. También acudieron Miguel Ángel Fernández Ordóñez e historiadores como Carmen Iglesias y Pedro Ortiz Armengol. Tampoco faltaron a la cita nombres vinculados a EL PAÍS como Peridis y Máximo. Un momento especialmente emotivo, y silencioso, lo vivió Flora Martínez, la secretaria de toda la vida de José Ortega Spottorno en EL PAÍS, que se unió en un cálido abrazo con su viuda Simone.
Las incógnitas de toda vida
En el preámbulo de su último libro, José Ortega Spottorno confiesa que contar la historia de su familia paterna le era un 'empeño mucho más difícil porque los Ortega fueron personas más complicadas y porque uno de ellos, mi padre, fue un filósofo, un intelectual de primer rango en la España contemporánea, cuyo pensamiento sigue vivo -y por ello discutido- en España y fuera de ella'. Un empeño más difícil que el que acometió antes, el de 'hacer la historia 'probable' de mi familia materna, los Spottorno, gente oriunda de la Riviera genovesa'. Un libro más complicado este de Los Ortega, y que concluye el ambicioso reto en el que se embarcó Ortega Spottorno, ése de reconstruir toda una época a partir de lo más próximo, su propia familia. 'Mi propósito es movilizar mis recuerdos para ir tratando de despejar las incógnitas en que consiste toda vida'. Y toda vida está sacudida por esa tensión que tan bien resumió el filósofo -'yo soy yo y mis circunstancias'- y que se traduce en los conflictos entre los proyectos de cada cual y la realidad, entre los afanes de la voluntad y los caprichos del azar. Los Ortega se inicia en 1824 con el retrato del bisabuelo del autor y va avanzando a través de la reconstrucción de más de un siglo de historia de España. En el camino surgen el pronunciamiento de 1868 y los efectos de la guerra de Cuba, los proyectos renovadores de la Institución Libre de Enseñanza, todo un reguero de diferentes redacciones de periódicos y un puñado de hombres ilustres y otros tantos menos conocidos, entre otras múltiples cuestiones. Desde el ámbito de lo privado al barullo de lo público, Los Ortega recupera, cuenta, analiza, padece o celebra más de cien años de las luces y las sombras de un país.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 23 de abril de 2002