La ciudad mediterránea de Alejandría celebra hoy con austeridad y tristeza el Día del Libro, después de que la semana pasada se pospusiera la pomposa inauguración de la revivida Biblioteca Alejandrina, a la que estaban invitados reyes, presidentes y escritores de todo el mundo. Guirnaldas guardadas, alfombras rojas recogidas, era la imagen previa a un día destinado, en principio, a albergar "el mayor acontecimiento cultural del siglo XXI".
Una imagen que en nada se parecía a la frenética actividad que rezumaba hace 10 días, antes de que el presidente egipcio, Hosni Mubarak, anunciara la suspensión de la ceremonia debido a la dramática situación en los territorios palestinos. "Teníamos todas las habitaciones reservadas y habíamos ideado un menú especial para los invitados, entre los que se encontraban varios escritores de fama internacional", dice apesadumbrado un recepcionista del famoso hotel Cecil. Alejandría había preparado con ilusión colegial la inauguración de la Biblioteca, orgullo de la ciudad y motor con el que las autoridades pretenden recuperar el esplendor pasado de la metrópoli, ahora asfixiada en la decadencia de sus vestigios.
El proyecto de revivir la Biblioteca de Alejandría, una de las maravillas de la antigüedad, arrancó en 1990 con la declaración de Asuán, que firmaron, entre otras personalidades, la reina de España, doña Sofía, la reina Noor de Jordania, y el ex presidente francés François Miterrand. El objetivo era imitar el antiguo centro del saber ptolemaico y crear una moderna y funcional biblioteca en la que compendiar "todo el saber de la humanidad". La idea fue adoptada por la Unesco, que ha financiado gran parte del proyecto, y el edificio, un gran ojo que surge de un lago y que contiene en sus paredes todos los alfabetos del mundo, fue levantado por la firma de ingenieros suecos Snohetta. Como buen proyecto egipcio, las cifras y dimensiones de la Biblioteca Alejandrina son faraónicas: más de cuatro millones de volúmenes, unos 100.000 manuscritos, 30 bases de datos, 3.200 asientos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 23 de abril de 2002