Titula EL PAÍS líricamente que 'los tanques empiezan a volver a casa'.
Recibo un correo desde Ramala preguntando: '¿Tienen casa los tanques?'. Indudablemente, la tienen, sí, en el corazón de todas aquellas personas, gobiernos e instituciones que son testigos impasibles o inactivos de este genocidio.
También Colin Powell vuelve a casa después de haber evitado ver lo que ha sucedido en Yenín.
Nosotros, ciudadanos europeos y del resto del mundo 'civilizado', observamos desde nuestras casas esta masacre. Nos movilizamos (o no) para protestar contra ella, y luego volvemos a nuestras casas.
Los palestinos son los que están perdiendo sus familias, sus vidas, sus tierras, sus ciudades, sus casas... Todo excepto su dignidad. Qué dignas y orgullosas las mujeres palestinas que ayer, en una concentración ante el Ministerio de Asuntos Exteriores en Madrid, nos agradecían nuestra presencia y apoyo y nos decían qué solos se sienten ante esta masacre.
Qué vergüenza poder volver a mi cómoda casa, en mi cómodo barrio, en mi cómoda vida, y empezar a esperar que dentro de 10, 20, 30 años empiecen a circular documentales y exposiciones sobre los campos de concentración y la matanza de los palestinos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 23 de abril de 2002