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Un caso descafeinado

El juez Baltasar Garzón fue invitado a pronunciar una conferencia en San Juan. Cuando terminó, un hombre se le acercó.

-Me llamo Nelson Rodríguez. Usted investiga al BBV. Yo he sido un alto ejecutivo de ese banco aquí. Yo puedo ayudarle.

Hablaron. Garzón le dijo que le llamara a Madrid. Eso hizo Rodríguez. El juez le explicó que podía declarar como testigo protegido, pero que no podía pagarle el billete de avión. Rodríguez se lo pagó, vino y cantó. La pasada Semana Santa, Garzón y el fiscal David Martínez viajaron a San Juan para interrogar otra vez a Rodríguez y a otros.

En su auto del 16 de abril, Garzón habla de la operación de control del Banco Continental de Perú "como una operación de sensible calado". Y más: "Las diligencias practicadas llevan a concluir que las decisiones fueron tomadas previsiblemente al más alto nivel". Y citaba, entre otros, a José Ignacio Goirigolzarri, el actual consejero delegado del BBVA.

Ayer, el juez interrogó a Francisco González. Pero no preguntó ni por Estanislao Rodríguez Ponga ni por la actividad en Puerto Rico, donde se involucraba a José Ignacio Goirigolzarri. ¿Por qué? Ya había decidido, antes, rechazar las dos imputaciones.

Poco después, en la tarde, Garzón dictó un auto, en el que estima que los indicios ya no están maduros. Rechaza, pues, imputar a Rodríguez Ponga y a Goirigolzarri. Pero, mira por donde, en el auto dice que les va a llamar a declarar como testigos y prevé careos de ellos con Rodríguez.

Es un hecho que la decisión del juez es un varapalo para la Fiscalía Anticorrupción. Pero lo relevante es otra cosa: si, como afirma el juez, los indicios no están maduros, ¿por qué va a llamarles como testigos, sin asistencia de letrado, para preguntarles sobre hechos incriminatorios?

Sobre todo: el auto pinta un caso descafeinado. Es como si, después de dos años, el informe del Banco de España, entregado hace quince días, es lo único que hay.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 26 de abril de 2002