Cada vez aparecen por más sitios, con más frecuencia y a más horas en Madrid (incluso por las mañanas muy temprano, arrebatándonos el sueño) esos horribles tubos sopladores que hacen un tremendo ruido y contaminan con su motor y levantan grandes polvaredas que ensucian los vehículos y todo y se nos meten por los pulmones. ¿Cómo puede hablarse de protección del medio ambiente y de 'desarrollo medioambiental' y no haber prohibido aún esos infernales artilugios?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 26 de abril de 2002