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Madrid concentra más tecnología industrial, pero Barcelona está más diversificada

El área metropolitana de Barcelona tiene, en comparación con el resto de España, una alta concentración de industria textil, química y de producción de automóviles y aparatos electrónicos, además de estar bien aposentada en el sector editorial y de las artes gráficas; también se dispone de una amplia diversificación productiva. El perfil de Madrid es muy diferente: tiene más tecnologías industriales y entre ellas destaca en materias aeroespaciales, informática e investigación. Y también, a causa de ser sede de determinadas empresas, en extracción de crudos de petróleo y gas y en transporte marítimo de cabotaje. Son algunos de los datos contenidos en un amplio estudio realizado por un equipo de la Universidad Politécnica (UPC) sobre las áreas metropolitanas del suroeste de Europa.

El informe, dirigido por Josep Roca, analiza las situaciones y evolución de las áreas metropolitanas de Barcelona y Madrid, además de las de Valencia, Bilbao, Zaragoza, Sevilla y Málaga. En Portugal se ha tomado en cuenta las áreas de Oporto y Lisboa. En Francia, las de Burdeos, Montpellier y Toulouse.

El trabajo toma en consideración los aspectos de distribución de suelo, demográficos, infraestructuras, sistemas productivos y riqueza, además de dibujar la tendencia general de cada una de estas áreas. Metodológicamente se ha procurado operar con la misma noción de área metropolitana que utilizan desde principios de siglo los estudiosos de Estados Unidos, con el fin de establecer comparaciones consistentes, a pesar de que ello supone algunos problemas a la hora de homogeneizar series estadísticas. Uno de los factores determinantes es la movilidad de los residentes en el territorio.

Entre las conclusiones destaca la 'poca evidencia de una coordinación en la ordenación territorial entre los distintos componentes metropolitanos de España, con la excepción de la relación entre Málaga y Sevilla'. Los autores recomiendan una estrategia de coordinación que fomente el desarrollo del territorio.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 27 de abril de 2002