Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
Crítica:JAZZ

Cruce de temperamentos

Cuando Miles Davis grababa maravillas como If I were a bell, Autumn leaves o Milestones, Enrico Rava rondaba los años de adolescencia; Paolo Fresu no había nacido. Quizá eso explique su diferente aproximación a la música del padre de todos los trompetistas modernos. La sonoridad de Fresu es limpia como el corte de un bisturí recién estrenado; la de Rava en cambio provoca destrozos, también a nivel interno, como una navaja mellada por el uso. Más diferencias: Fresu improvisa con filosofía diáfana y oxigenada, siempre atento a cimentar sólidamente la estructura de cada chorus con argumentos temáticos netos y explícitos.

Rava suele empezar sus solos estrechando la mano de la melodía sin reservas, pero, a medida que avanza, no es raro que se desentienda de ella y, a veces, termine repeliéndola con furibundos soplidos en el extremo agudo de su instrumento. Esbozada la distinción de métodos y temperamentos, ambos son formidables trompetistas.

Enrico Rava-Paolo Fresu Miles Quintet

Enrico Rava y Paolo Fresu (trompeta y fliscorno), Stefano Bollani (piano), Enzo Pietropaoli (contrabajo) y Roberto Gatto (batería). Auditorio José María Cagigal del INEF. Madrid, 26 de abril.

En la segunda cita del excelente ciclo organizado por la Universidad Politécnica, Rava y Fresu se pusieron de acuerdo para disfrutar la relectura de algunas páginas favoritas del Miles acústico, ése que algunos consideran ya remoto y otros todavía el más perdurable. La iniciaron con Dear old Stockholm, en realidad una canción tradicional sueca, en la que Rava ya manifestó sus expresivos resabios de músico maduro y Fresu su afinidad por una forma de romanticismo que no sería un contrasentido calificar de pragmático. Así lo plasmó en un Round Midnight de tensión muy bien dosificada, similar a la que mantuvo en su pieza de lucimiento individual, la balada You can't go home again. Rava brilló especialmente en Nature boy, a dúo con Stefano Bollani, interesante pianista.

En realidad toda la sección rítmica -el extraordinario batería Roberto Gatto merece mención muy especial- actuó como una patrulla de la vida que abrió espacios y aportó ideas para hacer el avance más emocionante.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 28 de abril de 2002