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Crónica:La jornada de Liga | FÚTBOL

El Rayo alcanza el éxtasis

El equipo franjirrojo da ante el Athletic un gran paso hacia su continuidad en la élite

Algo sabía Alcázar sobre la indolencia del Athletic cuando dijo aquello: "Con un poco de suerte, les pasamos por encima". Sabía, por ejemplo, que el equipo del alemán Jupp Heynckes es una ruina defensiva y que ofensivamente asusta menos que una película de Walt Disney. Y sabía también que tiene a bien obsequiar a sus rivales con un gol en el primer cuarto de hora -ayer se demoró dos minutitos- y que no tiene laterales, ni actitud, ni energía. Es decir, un baldío propicio para cualquier excavadora.

RAYO VALLECANO 4| ATHLETIC 2

Rayo Vallecano: Etxeberria; Corino (Ferrón, m. 84), De Quintana, Hernández, Alcázar; Pablo Sanz; Peragón, Quevedo, Vivar Dorado (Hélder, m. 68), Míchel; y Bolic (Bolo, m. 68). Athletic: Aranzubia; Murillo (Ezquerro, m. 63), Aitor Ocio, Alkorta, Del Horno (Javi González, m. 55); Carlos García, Urrutia, Alkiza (Guerrero, m. 75); Tiko, Yeste; y Urzaiz. Goles: 1-0. M. 17. Peragón tras cabecear De Quintana. 2-0. M. 54. Bolic, a centro de Míchel. 2-1. M. 59. Disparo de Urrutia. 3-1. M. 63. Míchel culmina un contragolpe. 4-1. M. 79. Corino, de penalti. 4-2. M. 85. Ezquerro, a pase de Yeste. Árbitro: Fernández Marín. Expulsó a Hernández y Urzaiz (m. 65) tras una tangana. Amonestó a De Quintana, Peragón, Bolic y Tiko. Unos 15.000 espectadores en el Teresa Rivero.

Y bien que excavó el Rayo para proponer a un abarrotado estadio -por vez primera en la Liga- un edificio precioso: victoria, goleada y el marcador electrónico venga a dar alegrías a una afición entregada. Y el Rayo venga a jugar; a trompicones, pero a favor de obra. Y el Athletic venga a insistir en una crisis que se repite año tras año, sospechosamente, a estas alturas de la temporada.

Jugaba el Rayo porque jugaba Míchel, un diablo para los inocentes futbolistas del cuadro vasco. Y porque corría Peragón, que incluso ganó una carrera a Javi González cuando el del Rayo acumulaba partido y medio en sus piernas y el del Athletic un cuarto de hora en las suyas. La cosa acabó en penalti y Vallecas alcanzó el éxtasis con el cuarto gol de su equipo.

Cabe la duda de si el Athletic maneja el vídeo de los rivales cuando prepara los partidos. El primer gol es una jugada repetida unas cien veces esta temporada por el Rayo. A balón parado, la pelota siempre va al segundo palo, muy pasada, para que Hernández o De Quintana la metan de nuevo en el campo y alguien la volee. Nadie del Athletic se había enterado y, en consecuencia, recibió el gol habitual de un equipo descosido y desatento.

El tanto de Peragón le otorgó al Rayo el argumento que necesitaba para hacer efectiva su fe. Se sintió sobrado, superior al rival que apenas dio señales de vida en un pase inteligente de Urrutia a Yeste, que malgastó en un disparo lamentable ante Etxeberria. El segundo gol coronaba al mejor futbolista del partido: Míchel aprovechó el error de Murillo, le ganó en velocidad y sacó un centro en parábola que, cuando se colaba, cabeceó Bolic.

Sin embargo, el éxtasis rayista derivó en una tensión absurda tras el golazo de Urrutia, el único rojiblanco que hizo honor a la camiseta, y en un rifirrafe continuo hasta que llegó la tangana y Hernández y Urzaiz acabaron en el vestuario tras un intercambio de puñetazos.

Todo dejó de tener sentido, aunque el Rayo seguía haciendo goles, para placer de la parroquia, y aquilatando la salvación, virtualmente conseguida. Pero el fútbol tiene sus guiños malévolos y Míchel, el mejor, se retiró en camilla con una grave lesión en el tendón de Aquiles mientras el Rayo festejaba la victoria. La felicidad nunca es completa.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 29 de abril de 2002