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Crónica:BALONMANO | Finales europeas

La Recopa se hace manchega

El Ciudad Real sostiene en Flensburg su gran resultado del encuentro de ida

Ciudad Real europea. El equipo manchego ganó ayer en Alemania, frente al Flensburg, su primer título europeo y el único que logra esta temporada un balonmano español tan acostumbrado a llevarse trofeos de clubes. No pudo el Portland San Antonio pasar de las semifinales de la Liga de Campeones (ganada por el Magdeburgo alemán, 30-25 el sábado frente al 23-21 de la ida del Fotex húngaro, verdugo del navarro) y tampoco consiguió llevarse la Copa de la Federación Europea (EHF) un Barcelona más laureado, pero venido a menos tras tocar el cielo muchos años. El Ciudad Real, sin embargo, no falló en la Recopa. Con crudeza, como demostraron los incidentes del partido de ida, pero con justicia por lo demostrado en la cancha. Dushebáiev, el primer gran director de juego mundial hasta la apartición del francés Richardson, volvió a ser clave en el éxito.

FLENSBURG 32| CIUDAD REAL 27

Flensburg: Holpert; Wenta (9), Hahn (2), Christiansen (8, 3 de penalti), Sryger (2, de p.), Jeppesen (8), Boldsen (3) -siete inicial-, Scheie, Nielsen, Fegter, Kunze. Ciudad Real: Wiechers; Ortega (7), Santi Urdiales (1), Grebnev (1), Vogorelov (1), Hjermint (3), Iker Romero (8, 1 p) -siete inicial- Jordi Núñez, Trives (1), Fog (2), Dujshebaev (3) y Pérez Canca. Árbitros: Pozeznik y Repensek (Eslovenia). Excluyeron a Wenta, Trives, Fog y Ortega (2 m.), Jeppesen y Grebnev (4 m.) y descalificaron a Vogorelov. 6.500 espectadores en el Campus Halle.

El ambiente en Flensburg fue tenso según era de esperar. Los espectadores recibieron a los equipos de espaldas a la cancha como protesta por la bronca de Ciudad Real que se saldó con las suspensiones de los jugadores Berge, del Flensburg, y Uríos, del Ciudad Real, así como del técnico del equipo español, Veselin Vujovic, a quien incluso prohibió la EHF la entrada ayer en la cancha. El entrenador, no obstante, siguió transmitiendo sus órdenes por teléfono móvil desde el hotel a través del delegado, Julio Lozano, y con la ayuda de los jugadores más experimentados, como el propio Dushebáiev.

El comienzo no pudo ser peor para el Ciudad Real, que a los cinco minutos perdía por un contundente 5-0. . Los nueve de goles de la ida (31-22), que parecían un seguro de vida muy holgado, se convirtieron de repente en casi nada. Pero después de un tiempo muerto pedido casi "por teléfono" y por necesidad imperiosa, la batuta de Dushebáiev comenzó a dirigir magistralmente, mandando y templando, con Ortega como brazo ejecutor clave.

La sangría se frenó y aunque los márgenes favorables al Flensburg se mantendrían todo el partido sobre los mismos cinco goles, incluso al final, el peligro sólo se produjo a falta de 10 minutos, cuando los alemanes se pusieron con siete tantos de ventaja, 29-22. Pero entonces, como anteriormente había hecho Ortega, surgió el brazo de Romero, que marcó hasta seis de sus ocho goles en la segunda mitad, cuando era más necesario. En los últimos minutos, la astucia española hizo el resto, con ataques largos, espaciados, al borde de la pérdida de balón por pasividad, pero con la claridad suficiente para mantener la magnífica ventaja de la ida.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 29 de abril de 2002