Hace ya un año por lo menos que se empezaron a oír historias y leer avisos en el correo electrónico sobre la inseguridad de ir en coche por el paseo de la Castellana de Madrid, provocada por los asaltos sistemáticos en los semáforos.
Después de todo este tiempo, he podido comprobar que los grupos de niños, de no más de 12 o 13 años, provenientes de la Europa del Este, siguen intimidando impunemente como si de una mafia se tratara.
Me ocurrió la semana pasada, delante de la Torre Picasso, esperando en un semáforo a las 12 del mediodía, cuando vi que se acercaban y miraban con descaro dentro de mi coche, colocando incluso las manos en la ventanilla para poder mirar mejor; tuve suerte y no se atrevieron o simplemente no les gustó lo que vieron.
Es inadmisible que esto ocurra en pleno centro de Madrid y que estos delincuentes no nos dejen en paz. Y lo peor es que la policía sabe que esto ocurre constantemente y siempre en los mismos lugares (paseo de la Castellana, avenida de América, calle de Raimundo Fernández Villaverde...).
Son sólo niños, y la mayor parte de la culpa la tienen los padres, pero crecerán y pasarán a robar nuestros coches, asaltar nuestras casas y, en definitiva, a privarnos de parte de nuestra libertad. Escolarícenles, ayúdenles, dénles una oportunidad (seguramente nada fácil), pero si nada funciona, aunque no sea una decisión fácil, devuélvanles a su país. Todos saldremos beneficiados, españoles y extranjeros honestos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 29 de abril de 2002