Algunas de las opiniones sobre el sistema educativo recogidas en el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) no parecen ir en la misma línea que la Ley de Calidad de la Enseñanza que prepara el Gobierno. Tampoco las propuestas de reforma educativa en marcha en Francia, el Reino Unido, Portugal y Estados Unidos, que huyen de dividir a los alumnos a una edad temprana y tienden a postergar la elección de itinerarios el máximo tiempo posible.
Lo primero que se aprecia en la encuesta del CIS es una mayoritaria conciencia de la mejora progresiva de la escuela. Y ello a pesar de los difíciles problemas que se derivan de las nuevas pautas sociales, como los cambios acaecidos en la familia o la inmigración, y que repercuten en la escuela haciendo más compleja la labor de los profesores. Esta opinión mayoritaria rebate los mensajes apocalípticos lanzados desde el Ministerio de Educación para justificar la urgencia de la reforma.
Otra idea generalizada es la de falta de disciplina en las aulas y la indefensión en la que se encuentran con frecuencia los profesores. También se trata de un fenómeno real, relacionado con otro de los apartados de la encuesta en el que se reconoce de forma terminante que hay una gran tolerancia en las familias respecto de las costumbres o las intemperancias de los jóvenes. A este respecto es significativo que las áreas en las que mejor cumplen su misión los centros escolares sean, a juicio de los encuestados, la adquisición de conocimientos y las ganas de aprender, mientras que las peor valoradas son los modales y la disciplina, factores educativos 'preescolares', tradicionalmente adquiridos en el hogar.
Responsables ministeriales se han apresurado a considerar que estos resultados suponen un apoyo claro a las propuestas de la Ley de Calidad. Pero coincidir en el diagnóstico de problemas por otra parte evidentes, no implica coincidir en las soluciones. Y la ley lo que propone son soluciones sobre las que la encuesta nada dice y sobre las que es normal que haya diferencias. Hubiera sido del mayor interés partir de un análisis más completo y haber debatido con la oposición, con los agentes sociales y, especialmente, con los profesores las medidas a tomar antes de apostar por una reforma insuficientemente contrastada.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 29 de abril de 2002