Desde hace años, las carreteras de la zona oeste de la sierra de Madrid, desde el puerto de la Cruz Verde hasta Las Navas del Marqués y en Hoyo de Pinares, Robledo de Chavela y El Escorial, se llenan de motoristas en motos de gran cilindrada que circulan sin respetar las normas de tráfico.
Cualquier conductor que circule por esta zona será adelantado constantemente en sitios prohibidas por decenas de motos que circulan a velocidades que duplican o triplican los límites de velocidad. ¿Cómo es posible que algo tan obviamente peligroso e ilegal, y tan fácil de evitar, ocurra de forma tan impune?
La cuestión no es baladí: el peligro es muy grave y constante, no sólo para estos motoristas, sino para otros conductores que salen de la ciudad con sus familias dispuestos a hacer un uso normal de las carreteras, y sus consecuencias con demasiada frecuencia son trágicas, como ocurrió este fin de semana en Hoyo de Pinares.
¿Hasta cuándo las autoridades van a dedicarse a socorrer heridos y recoger cadáveres en lugar de evitar que se produzcan, cuando basta circular por la zona a cualquier hora del día para ser testigo de gravísimas y muy peligrosas infracciones de tráfico? ¿Por qué no se hace algo ante un problema de sobra conocido y de consecuencias tan trágicas? ¿Hasta cuándo un grupo de personas va a acaparar las carreteras de una de las zonas más hermosas de las afueras de Madrid, utilizando un espacio público y poniendo en peligro sus vidas y las de los demás?
En vista de tan abundante afición a la conducción deportiva de motos, ¿por qué no habilitar o construir circuitos en los que los aficionados puedan correr a sus anchas? No pido demasiado, simplemente que las carreteras de la sierra sean para aquellos que están dispuestos a respetar las normas de tráfico.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 30 de abril de 2002