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OPINIÓN DEL LECTOR

Reacción a las agresiones

Vivo en Barcelona, en el barrio de la Verneda, y hace unos días, a las 9.00 horas, presencié una tremenda paliza que un joven -de entre 20 y 25 años- le propinaba a una chica de similar edad que estaba en el suelo, llorando y que intentaba, arrastrándose, escapar de aquel miserable. Entré en un bar próximo -al lado de la parada de metro de La Pau- en el que se encontraban al menos cinco hombres desayunando, además de los dueños. Les avisé de lo que estaba sucediendo. Salió el dueño a mirar. Cuál fue mi sorpresa al ver que se volvía a meter en el bar, sonriendo y diciendo: '¡Vaya paliza le está metiendo!', y tranquilamente siguió con sus tareas. El resto de los allí presentes ni se movieron. Después de esto avisé al servicio de seguridad del metro.

Me gustaría enviar desde aquí cuatro mensajes. Uno, para los dueños de aquel bar y para los que desayunaban tranquilamente aquella mañana allí. Espero que jamás una hija suya se vea en una situación similar. Otro, para el miserable que estaba pegando a esa chica, que merece el desprecio de todos. Otro, para ella, para que no se deje acobardar por gente como esa, y quisiera recordarle que, gracias a Dios, la vida está llena de cosas maravillosas, y que sabe que si quiere denunciarle puede contar con mi testimonio para ello.

Finalmente, el último mensaje es para todo aquel que lea esta carta, que sepa que la cobardía de muchos hace engrandecer la valentía de otros.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 1 de mayo de 2002