Viajar en el metro en hora punta revela lo poco que, en general, nos preocupamos unos por otros en la sociedad en que vivimos. Si el metro o el autobús está lleno y entra una persona mayor, una mamá con un niño o niña pequeños, o una mujer embarazada, no siempre se le cede el sitio. A veces porque las personas que van sentadas ni se dan cuenta de su presencia; otras, porque la propia persona que necesita el sitio no se coloca al lado de los viajeros sentados para hacer notar su presencia, y la gran mayoría de las veces, porque somos todos muy pasivos y nos da corte decir: 'Por favor, aquí hay una persona que necesita el sitio, le importaría a alguno de ustedes cedérselo'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 1 de mayo de 2002