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CARTAS AL DIRECTOR

En un país 'multicolor'

Si atienden a la última finta verbal de Zinedine Zidane o, simplemente, leen con detenimiento la última página de EL PAÍS del 30 de abril descubrirán en poquísimas palabras, y por sólo un euro, un curso de alta política, otro de sociología de talla humana y otro de romanticismo realista en relación con el 'lepenismo' que nos amenaza.

Es decir, un compendio fácilmente comprensible de lo que deben ser valores de la nueva era que deberíamos cursar obligatoriamente los europeos desde la misma escuela. 'La gente tiene que votar. Es muy importante' (se nos olvida con frecuencia, pero poder votar ha costado históricamente cárcel y sangre).

Sí, la Francia campeona del mundo fue un equipo multirracial de negros, blancos y magrebíes (lo que no deja de ser más que el reflejo de una pura realidad social). Quizás por eso fue campeona del mundo. 'Hoy más que nunca tengo presente la Francia multicolor del Mundial de 1998' (¿recuerdan las medallas de oro y sus efectos logradas por gente de color en las Olimpiadas de Berlín?).

Subrayen esta idea: 'Yo soy francés. Mi padre es argelino. Yo estoy orgulloso de ser francés y estoy orgulloso de que mi padre sea argelino'. Libertad, igualdad, fraternidad. 'Esto' -el ascenso de Le Pen- 'no es posible para Francia', grita. Pero para el resto de Europa, y para la España receptora de inmigrantes, tampoco. Bien mirado, esto del fútbol no es tan malo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 2 de mayo de 2002