Francia acudió a votar el 21 de abril en el momento más bajo de moral de las familias desde 1998, respecto a su nivel de vida personal y a la confianza general en la economía del país. Ésta es la conclusión más importante de la encuesta mensual del Instituto de Estadísticas y Estudios Económicos (INSEE), cuyo índice de confianza de los hogares retrocedió tres puntos en abril respecto a marzo, una sacudida mayor de la que se produjo tras los atentados del 11 de septiembre.
Este indicador refleja la diferencia entre respuestas positivas y negativas a diferentes cuestiones, sobre la percepción de la vida económica pasada y futura. Impresionados a causa de un aumento de precios desacostumbrado por estos pagos -0,5% en enero y otro tanto en marzo-, los franceses reflejan el temor por el deterioro de su situación financiera. Todos los datos son negativos, salvo el referido al empleo, en el que no se aprecian grandes temores.
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La sensación de moral baja puede contribuir a explicar las importantes desviaciones de votos que se produjeron hacia partidos extremistas. La recogida de datos se efectuó entre el 2 y el 22 de abril, esto es, el grueso del trabajo se realizó en plena campaña para la primera vuelta de las presidenciales.
El repliegue del indicador sobre la moral de las familias no coincide con las hipótesis de los expertos del INSEE sobre la marcha de la economía. Sus previsiones apuntan a que el primer semestre terminará con un incremento de la inflación entre el 1,3% y el 1,4%, por tanto inferior al 2,1% que registra ahora el de los últimos 12 meses. Sin descartar que el consumo se resienta, los expertos confían en la reactivación de la economía a partir del segundo semestre. Para entonces habrá terminado el proceso electoral iniciado en abril y que ha de culminar en junio con la elección de una nueva Asamblea Nacional.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 3 de mayo de 2002