Bartolomé March Servera (1917- 1998), segundo de los dos únicos hijos del legendario banquero Juan March Ordinas (1880-1962), fue un filántropo, un coleccionista y mecenas de aire renacentista, ajeno a las finanzas de la saga mallorquina. En 1975 creó su propia biblioteca balear y fundación privada -distinta a la poderosa Fundación Juan March, que gestionan sus sobrinos March Delgado-, con el fin de dar 'satisfacción gratuita a necesidades intelectuales y físicas, en el marco de la civilización católica española', y, agrega, para hacer 'el bien al prójimo y dejar testimonio permanente de su amor a España'. Cuando murió dejó un gran legado cultural y patrimonial privado. El 60% del patrimonio evaluado por la Hacienda de Baleares corresponde a sus colecciones de arte, esculturas y libros. Su fortuna acreditada ascendía a unos 40 millones de euros. Las joyas de su herencia son los fondos bibliográficos, dos pinturas de Goya y el mobiliario de las mansiones. Grandes firmas de subastas valoraron el reparto en lotes de muebles y colecciones de sus palacios bajo la tutela de los abogados, contadores y albaceas.
Las sedes mallorquinas de la Fundación de Cala Rajada y Palma y los fondos de libros y arte no forman parte de la masa hereditaria. En 1995, el magnate aumentó el patrimonio de la entidad con más acciones bursátiles y con el palacio de grandes jardines de Cala Rajada, que alberga la amplia colección de esculturas en los jardines.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 4 de mayo de 2002