El vicepresidente primero del Gobierno, Mariano Rajoy, aplicó ayer el refrán de que dos no discuten si uno no quiere. El PSOE le formuló cuatro preguntas para resaltar que la delincuencia ha aumentado y que José María Aznar faltó a la verdad cuando en el último pleno de control al Gobierno aseguró que en el primer trimestre del año ha disminuido la criminalidad. Rajoy respondió con una catarata de datos, si bien admitió que la delincuencia ha aumentado. Después, negó que el Gobierno culpe a la inmigración de ese aumento de los delitos, a diferencia de lo que sugirió Aznar en el último pleno.
El vicepresidente respondió al PSOE con gran moderación en la forma y en el contenido. No perdió la compostura ni cuando el portavoz socialista, Jesús Caldera, le espetó que "Aznar no dijo aquí la verdad" cuando aseguró hace dos semanas que la criminalidad había descendido en el primer trimestre del año ni cuando el diputado socialista Victorino Mayoral le pidió explicaciones por la "patraña de Aznar". Rajoy dijo que "el incremento de la delincuencia es menor" que en 2001: si en el primer trimestre de ese año el aumento fue del 10%, de enero a marzo de este año fue sólo "del 5,87%". Casi un 6% de aumento, no de disminución como había afirmado Aznar.
El vicepresidente tampoco recogió el guante que le lanzaron Caldera y Consuelo Rumí,responsable de Inmigración del PSOE. "A usted, a Jaime Mayor y a sus colaboradores les he escuchado identificar de forma simplista delincuencia con inmigración", le dijo Caldera.
Más tarde, Rajoy contestó a una interpelación sobre qué hace el Gobierno para evitar brotes de xenofobia contra los inmigrantes. Rumí aprovechó para reclamarle la firma de un pacto de Estado sobre inmigración. Rajoy hizo oídos sordos a las críticas al delegado del Gobierno para la Inmigración, Enrique Fernández-Miranda y abordó las referencias a la xenofobia como si fueran una extravagancia de la oposición.
Retirada del recurso
Además, Rajoy invitó al PSOE a retirar el recurso de inconstitucionalidad sobre la Ley de Extranjería para empezar a hablar. "El racismo y la xenofobia en España no son un problema real. Ojalá no lo sean en el futuro", dijo. Después defendió que es un "país de acogida".
No obstante, advirtió de que "la inmigración no puede ser infinita", porque "la ilegalidad acaba generando marginalidad y ésta delincuencia". Por eso "hay que luchar contundentemente contra la ilegalidad, no hacer admisiones en frontera y hacer expulsiones".
Las respuestas moderadas de Rajoy contrastaron con las del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, a las preguntas y quejas de los socialistas acerca de que "las reformas del PP benefician a los que más tienen a costa de las rentas del trabajo". Montoro defendió que sólo el Gobierno del PP baja los impuestos y parafraseó a Felipe González para zaherir al PSOE: "Sobre la falta de ideas no voy a pronunciarme. Ya lo hizo ayer [por el martes] un afamado socialista acerca de las brillantes ideas de la nueva dirección del PSOE".
Montoro no desmintió las críticas de los socialistas Jordi Sevilla, Francisco Fernández Marugán, María Teresa Costa, Arantxa Mendizabal y Germà Bel, sino que dio cifras, acompañadas de reproches a los Gobiernos del PSOE. Los socialistas le dijeron que las rentas del trabajo pagan más del doble que las del capital; que de cada 100 pesetas de recaudación del IRPF, 84 corresponden a retenciones de rentas del trabajo, y sólo cuatro a rentas del capital.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 9 de mayo de 2002