El Espai Mallorca de Barcelona está amenazado de cierre por las deudas de gestión que arrastra. Así lo expresó ayer, en la asamblea interna del Gremio de Editores de Baleares, su presidente, Francesc Moll, quien ha comunicado por carta su alarma al Consell de Mallorca. La patronal editora tiene la tutela y el control de esta librería y activo centro cultural, gastronómico y de artesanía insular enclavado en la calle del Carme, número 55, de Barcelona.
Moll aportó el relato pormenorizado de los balances desfavorables del Espai Mallorca: el déficit de explotación del año 2001 es de 78.131 euros (unos 13 millones de pesetas), cantidad que si no se salda de inmediato ahogará el funcionamiento del establecimiento y podría forzar su clausura. El año pasado el centro vendió libros por valor de 39.666 euros, mientras que los gastos generales alcanzaron 264.445 euros. Las ventas de discos y vídeos fueron de 4.200 euros y los productos gastronómicos y la artesanía supusieron 17.000 euros. La nómina del personal asciende a 108.000 euros. Los ingresos por subvenciones suman de 124.409 euros.
Un directivo de esta patronal de editores matizó después la crisis y señaló que podría haber una salida si, 'como pasa cada temporada', el Consell acaba pagando la subvención.
El Espai quiere ser el gran escaparate de la producción cultural de las islas en Barcelona. A finales de la década de 1990, el área nacionalista del Consell de Mallorca llegó a un acuerdo con la Generalitat de Cataluña para 'difundir y promover la cultura, las ediciones de libros y la difusión de la plástica' de las Baleares. El Espai fue encomendado a las editoriales e impulsado o ayudado por galeristas, el Fomento de Turismo, Iberia, La Caixa y Sa Nostra. El sello musical Blau-Discmedi y la editorial Di7 asumieron un papel protagonista.
El gremio de editores, en plena crisis interna y de finanzas, emprendió meses atrás, con la tutela del Consell, la apertura y gestión de una nueva macrolibrería, el Cipcem, en el Centro de la Misericordia de Palma, donde se venden las novedades editoriales y las publicaciones institucionales.
Los avatares económicos y la crítica minoritaria a la cúpula atenazan a la asamblea de los editores de Baleares. La primera sesión del 19 de abril no se cerró, ayer fue de nuevo interrumpida y seguirá el 15 de mayo. El empresario Antoni Pons, de Di7, dimitió de su cargo al vetarse el ingreso a una nueva editorial, Calima. El gremio ingresa 1.091 euros de cuotas y gestiona unos 250.000 euros de ayuda y subvenciones institucionales.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 11 de mayo de 2002