Ante los rumores, o más que rumores, sobre la desaparición de las Escuelas Infantiles de la CAM, queremos expresar nuestro estupor e indignación porque una educación de altísima calidad desaparezca de un plumazo y sea sustituida por guarderías con una función únicamente asistencial, con amplios horarios, pero sin ninguna intención educativa, por tanto.
Hemos tenido la suerte de que nuestros hijos acudan a una de estas escuelas infantiles, concretamente a El Tomillar, en Torrelodones, y hemos podido comprobar cómo su proyecto educativo se dirige a todos y cada uno de los momentos del desarrollo de los niños, con programas concretos para cada edad. Los niños, incluso antes de hablar, aprenden a compartir y a respetar, existiendo espacios para debatir problemas y dificultades, y donde los maestros, propiciando una amplia participación de los padres, se implican en todos los actos que realizan los niños: pequeños proyectos, comidas, recreos, fiestas, viajes, etcétera, les enseñan a aprender, a investigar y a convivir.
Aun con la excusa de dar prioridad al trabajo de la mujer, olvidar o descuidar esta etapa en nuestro sistema educativo es ignorar que lo aprendido en estos primeros años, sobre todo en cuanto a comportamiento y convivencia, es una lección para toda la vida, y que la mejor ayuda para los padres será la adecuada educación de sus hijos e hijas.
Si lo que buscamos es 'calidad' en la educación, este proyecto de educación pública para la edad infantil ya la tiene sobradamente reconocida, siendo apoyado y respetado por padres y maestros, y con gran prestigio en la comunidad educativa de nuestro país. Resultaría incomprensible, desde cualquier punto de vista, su desaparición.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 11 de mayo de 2002