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CARTAS AL DIRECTOR

Nuevas tecnologías

Sin entrar en odiosas comparaciones con otras sociedades, las nuevas tecnologías están instaladas profundamente en la sociedad española, y más concretamente en la Administración del Estado. Este hecho es una buena noticia, sobre todo para las empresas suministradoras de hardware y software. Para los administrados, también, pero la informática tiene su lado tenebroso. Recordemos las verídicas tribulaciones de Sandra Bullock en La Red. En mi caso, sin haber llegado a tanto, me veo inmersa en una situación donde de momento nadie me puede responder a la pregunta ¿quién es el responsable de los datos, de mis datos?

El caso concreto es que he solicitado al Inem copia del registro de los datos de mis solicitudes de empleo y una poco amable funcionaria me dice que no están en el ordenador, y cuando contesto que no es posible, me encuentro con la risible réplica: 'El ordenador no se equívoca nunca, señora'. '¿Cómo puede ser si hasta cobré el paro en el 88?', alegué algo sofocada. La funcionaria termina con: 'Sí, bueno, a veces se hacen barridos. Usted reclame'. Roja de ira y con chirrío de dientes emprendo el camino de la reclamación vía escritos. La escasa respuesta que recibo sólo viene de la Comunidad de Madrid, con una respuesta que me deja perpleja, algo así como nosotros sólo tenemos derecho de lectura en esa base de datos; para más explicaciones, dírijase al Inem.

¡Lo que faltaba!, nuevas tecnologías junto con traspaso chapucero de transferencias. ¿Quién maneja esta base de datos? ¿Por qué no dan la cara? Añadimos al vía crucis de los escritos oficiales la consabida carta al director, que es algo que relaja bastante, sobre todo si se ve publicada. ¡Qué bonito sería si alguien pudiera convencerme de que todo ha sido un error y que el sistema se vigila a sí mismo y corrige sus errores en cuanto los detecta! ¿No tenemos derecho los ciudadanos a una actitud más eficaz en la burocracia que nos administra y del Estado que supuestamente nos protege?

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 12 de mayo de 2002