Unos 200 vecinos del barrio barcelonés del Raval cortaron ayer la ronda de Sant Pau en protesta por el cierre de las piscinas municipales Folch i Torres, previsto para mañana. Son las únicas del barrio y el cierre afectará a 1.600 usuarios, la mayoría ancianos y escolares.
El Ayuntamiento de Barcelona tomó la decisión de clausurar las instalaciones hace un mes, como resultado de un estudio técnico que alerta del mal estado de su estructura, construida en la década de 1960.
Pero los usuarios, que de forma espontánea se han constituido en asociación, se quejan de que ni el Ayuntamiento ni los gestores de la instalación, el Club Natació Montjuïc, se hayan preocupado por mantenerla en condiciones. Además, han encargado un informe a Arquitectos Sin Fronteras según el cual las piscinas se podrían salvar, por lo menos hasta que en 2004 se inaugure el futuro polideportivo Can Ricart, muy cerca de las Folch i Torres.
El concejal de Deportes del Ayuntamiento, Albert Batlle, cree 'es imposible alargar la vida útil de las piscinas, porque son obsoletas', aunque garantiza que se reubicará a todos sus usuarios.
El presidente del Club Natació Montjuïc, Alejandro Calvo, que ayer mismo se incorporó al cargo, reconoció el error del club al 'descuidar el mantenimiento', pero se mostró dispuesto a asumir el coste de las reparaciones 'más urgentes' para evitar el cierre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 14 de mayo de 2002