Madonna subió por fin al estrado. La cita en el teatro Wyndhams de Londres estaba prevista para el pasado día 9, pero problemas técnicos, según la versión oficial, o, como sugieren fuentes más viperinas, la incompetencia de la protagonista forzaron un retraso de cuatro jornadas. Las primeras sesiones de Up for grabs, título de la obra, sirven de rodaje hasta el estreno, el próximo 23, pero para Madonna suponen una prueba de fuego. Un anticipo del varapalo o las alabanzas que recibirá de la exigente crítica británica. Al menos no ha intentado camelar a los medios de comunicación. Todo lo contrario. Es posible que haya ganado algún enemigo con la sucesión de obstáculos que lleva interponiendo desde que anunció su decisión de debutar en el teatro londinense. Con la actitud arrogante de una diva del espectáculo, se negó a conceder entrevistas, a convocar una conferencia de prensa o a posar para cámaras multitudinarias. Vetó la entrada a los ensayos, prohibió a sus compañeros de reparto charlar con periodistas y reservó las invitaciones de los críticos hasta después del estreno oficial. Madonna subió la última vez al escenario en 1988, en una obra de David Mamet, Speed the plow, presentada en el neoyorquino Broadway. Pero la reacción del público de la primera noche londinense, en su mayoría fans de la reina pop, no resulta del todo satisfactoria. 'Estaba nerviosa al principio, pero mejoró en el segundo acto', comentó un espectador a la salida del Wyndhams. 'Tartamudeó un poco, pero estuvo estupenda. Se le notaba relajada con la naturaleza sexual de su papel', explicó una estudiante al diario The Guardian. 'Mejorará con el tiempo', apuntó, por su parte, Michael Harrigan, un actor que guardó unas ocho horas de cola para hacerse con una localidad.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 15 de mayo de 2002