"¿Descubre usted cuando un rival se va del partido?" "Sí", respondía con determinación Raúl en una entrevista publicada por EL PAIS el lunes. "En el fútbol, el nivel es tan parejo que lo deciden los detalles. Se trata de estar pendiente de ellos. Una falta en el medio del campo, de pronto el defensa mira para otro lado, ya está: Roberto Carlos nota que he cazado algo y me busca. En un córner, en una falta, así se ganan muchos partidos".
Buscó en su carrera hacia las gradas el aplauso del público. Y gritó: "Toma, toma, toma"
MÁS INFORMACIÓN
Fue en un saque de banda, pero, justo lo que pasó ayer a los ocho minutos de la final. Zivkovic y Lucio se fueron, se despistaron puesto que se trataba de un saque de banda lejano, casi en el medio del campo, de Roberto Carlos. ¿Nada de qué preocuparse? Pues sí, si se trata de Raúl González (Madrid, 1977) y de su conexión telepática con el lateral izquierdo brasileño. El resto fue casi para él una rutina: cazó el balón suelto en una esquina del área y lo cruzó suave, con la izquierda, de primeras, al lado que Butt no podía llegar nunca.
Llegó la hora de contar los títulos de Raúl y casi conviene coger la calculadora. Tres Ligas, tres Copas de Europa, dos Supercopas españolas, dos pichichis, una Intercontinental, un Balón de Plata, una Bota de Bronce y un tercer puesto en el Fifa Best Player. Todo eso antes de cumplir los 25 años. Claro que son título ganados a pulso, con una influencia directa en los mismos, y no porque pasara por allí. Por ejemplo, el de ayer fue su segundo gol en una final de Copa de Europa (en anterior se lo marcó a Cañizares, ante el Valencia, en la final de París 2000), su quinto tanto de la presente edición y el 34º de su carrera en esta competición. Precisamente, Raúl encabeza esta clasificación de goleadores europeos desde 1992, desde que funciona el actual formato de la Liga de Campeones, muy por delante de Jardel (25), Del Piero (24) o Kluivert (24).
Raúl contó también a este periódico cómo, tras cada entrenamiento, se reserva cinco minutos extra de trabajo: para golpear el balón con la derecha, su punto débil. De hecho, ya lo ha mejorado muchísimo. Hasta tal punto que se atreve a ensayar vaselinas con ese pie, señal inequívoca de confianza. Hampden Park coreó ayer su nombre. El madridismo empieza a hacerle justicia a su jugador más decisivo.
Porque el más glamouroso no es Raúl, sino Zidane, recibido por la prensa escocesa como un mito. ¿Qué tipo de orgasmo puede sentir un futbolista cuando marca un gol como el de ayer de Zidane?
Se puede uno hacer una idea si le miró atentamente la cara de exaltación cuando buscó en su carrera hacia las gradas el aplauso enfervorizado del público. Y, entonces, gritó: "Toma, toma, toma". Acaba de empalmar con la izquierda, de volea, un balón que caía del cielo, un globo que había enviado Roberto Carlos. ¡Pero qué volea! Prodigio de precisión y de técnica. Y otra vez a por la calculadora. Zinedine Zidane (Marsella, 1972) conquistó, por fin, el último gran título que le faltaba. Todos los demás, los tenía: dos Ligas en Italia con el Juventus, una Supercopa de Italia, una Intercontinental, una Supercopa de Europa, y una Eurocopa y un Mundial con la selección francesa.
Y eso que Zidane ha participado poco en esta Champions. Tan sólo nueve partidos, en los que ha conseguido dos goles. Apareció, no obstante, cuando su equipo realmente lo necesitó: en la ida de las semifinales ante el Barça, en el Camp Nou, y ayer en Glasgow. El resto, sobraba. De hecho, la implicación de Zidane en esta competición ha sido muy superior a la que tuvo en la Liga, pues el deseo de ganarla fue el mayor motor posible. Hampden Park absorbió ayer toda la energía del genio en ese gol maravilloso.
Antes, sin embargo, el centrocampista francés había perdido dos finales de Copa de Europa consecutivas, las dos cuando era jugador del Juventus. La primera ante el Borussia Dortmund, en 1997, y la segunda al año siguiente precisamente frente al Madrid de Mijatovic. Y se ganó cierta reputación de perdedor. "Llegaron a decir que yo era un poco gafe, pero nunca creí en esas cosas", declaró Zidane.
Tras el partido, Zidane apareció sonriente, dispuesto a relatar el gol. "El pase es de Roberto Carlos, desde la izquierda, yo remato enseguida, con mi izquierda, sin pensar. Con intuición. Es un golazo". Tanto que un periodista escocés se levantó y dijo: "Hablo más como hincha del fútbol que como periodista. Y quiero agradecerle a usted el gol que ha marcado porque es el más bonito que he visto en mi vida. En nombre del pueblo escocés, se lo agradezco". "Muchas gracias", contestó el francés después de anunciar que acabará sus cuatro temporadas en el Madrid y se retirará de fútbol. Zidane se levantó y los periodistas le tributaron una gran ovación.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 16 de mayo de 2002