Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra

Las emocionantes lágrimas de Casillas

El destino regaló al portero del Madrid la oportunidad de cerrar como héroe la temporada más difícil de su vida

Hierro abrió la boca como un carnívoro dichoso y alzó por primera vez, con la dignidad que le otorga su condición de capitán más veterano, la novena Copa de Europa. En 1998 y en 2000 había sido Sanchis el encargado del honor. Esta vez le tocó al malagueño hacer eso y muchas cosas más. Por ejemplo, fundirse en un abrazo con César y Casillas, los dos porteros, que se repartieron la final como si el destino hubiera reservado para cada uno un poco de la misma gloria. Una ironía. Precisamente a ellos, que habían dividido en partes iguales el cariño de la afición. Cuando Casillas, con la cara mojada por las lágrimas, buscó a César, con el pie izquierdo lesionado, cojo, una larga historia de presuntos entreveros se enterró para siempre. La portería del Madrid, ese puesto más simbólico que material por el que lucharon durante toda la temporada, fue mágicamente generoso: les dio a los dos donde sólo había para uno. Y a Casillas, al que le había tocado perder durante los últimos meses, le concedió el guiño de salir de Glasgow como héroe.

El título resultó una liberación para el vestuario y, sobre todo, para la directiva presidida por Florentino Pérez. El director general deportivo, Jorge Valdano, manifestó con emoción desbordada esta situación: "Yo nunca utilicé la palabra fracaso. Pero este título es un gran alivio. Se nos reclamaba uno, se nos presionaba, y le hemos dado a la gente uno grande. Pero no hay que olvidar que llegamos a la final de Copa diez años después de la última final madridista. Y hemos luchado por la Liga hasta hace poco. No exagero entonces cuando digo que ésta ha sido la mejor temporada de la década".

Sobre la polémica entre César y Casillas, saldada ayer de modo insólito, Valdano habló claro: "Esta final habla de la necesidad que tiene el club de contar con dos jugadores por puesto. Sobre todo en la portería".

César, que salió con el pie izquierdo vendado, se puso muy serio cuando le recordaron su abrazo con Hierro y Casillas (el canterano fue a buscarlo, tras el pitido final) en la celebración. "Esto demuestra que el mal rollo no existe. Esto demuestra que las cosas externas no afectan al grupo. ¿Qué hay de malo en luchar por las ambiciones de cada uno?".

Al terminar el partido, Casillas fue a buscar en medio del tumulto al cojo de camiseta verde que se esforzaba por llegar al centro del campo. Casillas cogió por detrás a César y se abrazaron durante varios segundos delante del grueso de la hinchada del Madrid. "¡Campeones, campeones, oe-oe-oe...!", gritaban. En medio de los fuegos artificiales y el ruido se les acercó Hierro y los abarcó a los dos entre sus brazos. Y así permanecieron un rato, mientras los demás jugadores se fueron a unir con la grada antes de ir a buscar la Copa, de manos del presidente de la UEFA, Lennart Johansson. Casillas apenas habló. Lo intentó, pero la emoción siempre le ganaba. Ante las cámaras de televisión, mientras sólo acertaba a decir que le dedicaba su éxito a "mi madre, a mi gente", sus lágrimas resultaron conmovedoras.

"Imagínate, si para cualquiera es difícil salir en los últimos minutos, lo que significa si eres portero", dijo Raúl, para dar méritos a la intervención de Casillas en los 20 minutos finales; "él ha hecho unas magníficas intervenciones en la última parte". Sus tres paradas postreras salvaron al Madrid de ir a la prórroga.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 16 de mayo de 2002