El hombre discreto, el técnico que ocupó ayer tímidamente el podio de ganadores junto a los jugadores, en una esquina del pedestal, el que siempre prefirió estar en un segundo plano, entró nuevamente en la historia. Vicente del Bosque, salmantino de 51 años, se convirtió ayer en el tercer entrenador español que ha ganado dos Copas de Europa.
El héroe por accidente, como lo llamaba esta semana un tabloide británico, se suma a este honor que hasta ayer sólo compartieron en España Miguel Muñoz (que ganó las Copas de 1960 y 1966), y José Villalonga (que conquistó las dos primeras: 1956 y 1957), los tres en el Real Madrid. Sólo un entrenador en la historia de fútbol ha logrado superarlos, el técnico del Liverpool Bob Paisley.
Y es que ésta es la Copa más querida por el madridismo, el título que el propio Del Bosque no pudo conseguir como jugador: perdió, actuando de medio centro, la Copa de Europa de 1981, ante el Liverpool.
Hombre amante de la sencillez y de la normalidad, Vicente del Bosque podrá, tras las celebraciones de estos días, regresar a su vida cotidiana: los aperitivos con los amigos, los paseos con la esposa y los niños, las visitas a su casa de Salamanca. Huir de la vorágine del fútbol. Su trayectoria en esta su segunda etapa como máximo responsable del Real Madrid ha resultado excepcional. Después de una larga experiencia como director de la ciudad deportiva del Real Madrid, sustituyó a John Toshack como técnico del primer equipo. Y con él llegaron la calma primero y los éxitos después. La normalidad. En tres años, ha conquistado dos Copas de Europa, la primera fue en París, en 2000 ante el Valencia de Héctor Cúper, y una Liga, el año pasado. Como si se tratara de un partido más. Del Bosque llegó a la conferencia de prensa sereno. Serio. Sin un simple gesto de alegría. Como quien está acostumbrado a estos momentos, pero también como quien se quita un gran peso de encima. Los nervios lo corroen por dentro. Sufre mucho, aunque no lo aparente. Demasiada responsabilidad en un año especialmente duro: con dos reveses muy fuertes, la Copa del Rey que perdió en el Bernabéu ante el Depor y la Liga que cayó del lado del Valencia.
"En un año muy especial, el de nuestro centenario, esto es una gran satisfacción porque nueve Copas son muchas", señaló el técnico salmantino, que repasó algunos de los momentos clave del partido. "Retiré a Figo porque debíamos mejorar algo en el centro del campo y probamos con McManamam, pero Luis Figo hizo un gran esfuerzo y se lo agradezco". Decisión muy valiente la de Del Bosque, pues no es nada fácil para un técnico retirar en el minuto 60 de una final a una de los jugadores mejor pagados del mundo.
¿Y Casillas? "No recuerdo un cambio de portero en una final de la Copa de Europa, pero Iker ha demostrado su profesionalidad y no se ha notado nada que llevaba tiempo sin jugar", explicó el técnico, que expresó su agradecimiento a todos sus jugadores "por el gran esfuerzo que han realizado durante toda la temporada".
A continuación, Del Bosque se levantó para entregarle el trofeo de mejor jugador de partido a Zinedine Zidane. "Lo hago con mucho gusto", dijo el técnico, después de haber alabado el gol del centrocampista francés: "Ha sido espléndido de estética y de velocidad. Creo que este tipo de jugadas es muy beneficioso para el fútbol". Por último, Del Bosque tuvo palabras de elogio para su rival de ayer, del que dijo que siempre buscó la victoria. Y calificó a sus jugadores de grandes deportistas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 16 de mayo de 2002