La verdad es que no podía dar crédito a lo que me decía el empleado de RENFE cuando me acerqué a comprar el bono mensual del transporte de cercanías. Al preguntar a este señor que cómo es que había subido nuevamente la tarifa, se me indica textualmente, de forma muy educada, que era un impuesto del Gobierno de un céntimo de euro sobre cada viaje realizado por el usuario de cercanías.
A esto es a lo que se podría llamar potenciación de los servicios públicos: no sólo suben un 2,4% los billetes a principios de año (un 0,4% más de la subida del IPC prevista por Hacienda), sino que unos meses más tarde nos vuelven a subir aproximadamente un 0,1% adicional.
Es de auténtica vergüenza que nos estén dando la paliza constantemente con las ventajas del transporte público (contaminación, comodidad, aparcamientos, embotellamientos, costo, ahorro energético) y luego nos hagan pagar a los millones de usuarios los gastos de otros que utilizan el transporte privado. Porque ¿cuántos millones de céntimos de euros diarios dejamos los usuarios de cercanías en las arcas del Ministerio de Hacienda?, Si esos millones de céntimos diarios los multiplicamos por los 240 días al año, es decir, 480 viajes anuales, seguro que salen algunos cientos de millones de euros. ¿Los va a emplear el Gobierno en mejorar el servicio de cercanías?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 18 de mayo de 2002