Existen raras avis en el mundo del vino que se mantienen fieles a su tradición, haciendo caso omiso a las corrientes dominantes de las dos últimas décadas que obligan a las bodegas a buscar estilos diferentes, innovadores y, según defienden, más acordes con los gustos contemporáneos. Sin embargo, gentes como Bodegas López de Heredia conservan el legado de sus mayores y elaboran vinos como siempre se han hecho. Vinos finos de amplia y larga crianza que en un pasado reciente dieron fama y reconocimiento a los mostos riojanos. Este estilo clásico tiene su parcela de mercado, por lo que existe una total sintonía entre los fieles consumidores y la bodega para no cambiar.
Nos encontramos con mostos ante los que el consumidor más modernista tiene que acercarse con la mente libre de prejuicios para descubrir la grandeza de la crianza oxidativa en las variedades riojanas, desde la blanca viura hasta las tintas, tempranillo y garnacha. Elabora a partir de estas uvas autóctonas, en perfecto matrimonio, un rosado de crianza que lo hace único en el panorama riojano.
También descubrimos un Viña Gravonia blanco, elaborado con viura 100% y envejecido dos años, con su color oro pálido. Los Tondonia blancos reserva y gran reserva, elaborados con viura y un porcentaje de malvasía, envejecen cuatro y seis años, respectivamente. En la gama de tintos, su Viña Cubillo crianza es más maduro que los actuales mostos que se encuentran en el mercado. La gama de reservas y grandes reservas toman el nombre de Viña Tondonia o Viña Basconia, dependiendo de las variedades que conformen el coupage y su procedencia. Son mostos que envejecen de cuatro a seis años para adoptar un color entre teja y anaranjados. Su paleta olfativa recuerda a cueros, tabaco y especias y el paladar hace honor al lema de la casa: Vinos finos de Rioja.
Un recorrido por los calados centenarios de Bodegas López de Heredia y por sus vinos es un recorrido por la historia de Rioja.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 18 de mayo de 2002