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Crónica:BALONCESTO | Cuartos de final de la Liga ACB

El Madrid se pone serio

Con Alberto Angulo como figura, el cuadro blanco doblegó a un Estudiantes que luchó siempre

En una eliminatoria donde la imaginación ha adquirido un peso fabuloso, el Madrid tuvo que poner mucha para lograr una trabajadísima victoria que le coloca a un paso de las semifinales. Logró el conjunto de Scariolo doblegar a un Estudiantes que no tiró la toalla ni cuando el marcador señalaba un sonrojante 50-30. Se ha agarrado el cuadro colegial a Azofra para sobrevivir ante un rival que le supera en rebote, en tiro exterior y en profundidad de banquillo, o sea, en casi todo, y ha conseguido evitar que el conflicto se cerrara a las primeras de cambio. Ayer, sin embargo, no fue capaz de detener a un Madrid que hizo una primera parte de exposición. Bajó el cuadro de Scariolo el nivel en la segunda, pero por entonces ya estaba Alberto Angulo, que con un formidable partido, le sacó del apuro.

A primera vista, no parece que, a fecha de hoy, Estudiantes esté para birlarle esta eliminatoria al Madrid. Es el colegial un conjunto donde lucen magníficos jugadores, como los hermanos Reyes, cuando el físico les acompaña, Jiménez, un día sí y otro también, y sobre todo Azofra, que vive iluminado estos partidos. Pero le falta un jugador de peso, en el sentido figurado y en el real, que resuelva, americano o no. Tiene a Garnett, sí, capaz de inventarse ese partido en el que lanzar y encestar es lo mismo. Pero no asusta. Le falta a Estudiantes un matador, precisamente lo que le sobra al Madrid.

Y le sobra, principalmente, desde que Raúl López ha vuelto a pisar el parqué y ha puesto a quienes le rodean a jugar. Y como bajo el aro el Madrid, dormido incluso, es superior a un rival que cuenta en su nómina con un pívot, Patterson de nombre, que ayer no cogió ni un solo rebote en la primera parte, pues lo extraño es que el Madrid, en su mejor día desde que se inició la serie, viviera algún rato de inquietud.

Fue así porque Estudiantes es un equipo que no pierde la fe ni a empujones. Y donde hay tipos, sus nacionales, que no acostumbran a bajar la cabeza. Pero cuando Alfonso Reyes falló aquellas dos fáciles bandejas, sin que nadie le molestara, y Jiménez le imitó, se vio claro que, esta vez, a Estudiantes no le valdría ni con la vergüenza de algunos de sus componentes ni con la imaginación de un Azofra poco dispuesto a permitir que Raúl López perpetrara otra exhibición.

No se exhibió Raúl, pero casi. Durante muchos minutos aquello amenazó con convertirse en un paseo de color blanco. Tabak le hizo un roto a Patterson bajo el aro (hasta 11 rebotes capturó el croata en la primera mitad), Herreros afinó la muñeca y cuando Estudiantes quiso darse cuenta, la cosa ya pintaba demasiado mal (25-12, m. 7). El primer cuarto fue una pesadilla para Estudiantes, que tardó un siglo en reaccionar. Lo mismo dio que en el Madrid, Raúl, Herreros o Tabak guardaran reposo. Estaba inspirado el conjunto blanco y enfrente demasiada gente que parecía estar allí para hacer bulto.

Se llegó así a los 20 puntos de diferencia (50-30), la máxima distancia lograda por el Madrid. Y acolchado en ese marcador, se le fue la mano con el adorno. Apareció entonces Garnett, un fantasma durante los primeros 20 minutos, y con dos triples suyos y otro de Jiménez se llegó a un 62-58 casi insólito. El Madrid sufría la losa de Tarlac, que perdió reiterados balones bajo el aro, y se empequeñecía más y más.

Alberto Angulo puso freno a la caída. Del minuto 25 al 35 el alero madridista enseñó a los allí presentes todas y cada una de las formas de lanzar triples y encestarlos. Cinco intentos hizo y los cinco se fueron dentro, como si de un concurso se tratara. Contagiado, sin duda, de tan portentoso acierto, Vukcevic probó fortuna. El Madrid volvió a escaparse y a Estudiantes no le quedaron ni fuerza ni ánimo para impedir que el conjunto blanco dibujara un 2-1 en la eliminatoria que le pone con un pie en las semifinales.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 21 de mayo de 2002