El primer ministro israelí, Ariel Sharon, cesó ayer fulminantemente a los cinco ministros del partido ultraortodoxo Shas como castigo por haber votado en el Parlamento contra un plan económico urgente, con el que pretendía financiar la guerra contra los palestinos, a costa de recortar las ayudas familiares, e incrementar los impuestos indirectos, incluido el precio de la gasolina. Los ceses abren una crisis inesperada en el Gobierno formado hace 14 meses, colocándolo a las puertas de su disolución.
Ariel Sharon tomo la decisión en solitario, en un ataque de cólera sin consultarlo a nadie, pocos minutos después de que el Parlamento de Jerusalén rechazara una ley económica del Gobierno, por 47 votos en contra, 44 a favor y 1 abstención, con la que se pretendía recortar los presupuestos generales en 13.000 millones de shekels, para destinarlos a financiar la guerra contra los palestinos.
La orden de cese de Sharon afectó directamente a los cuatro ministros del Shas a la vez diputados, pero el ministro de Asuntos Religiosos, Asher Ohamer, que no tiene escaño en el Parlamento presentó voluntariamente su dimisión en solidaridad con sus compañeros al enterarse del incidente. La orden de cese alcanzó también a los cinco viceministros de Shas y a los del partido ultrarreligioso Unidad Torah y Judaísmo, la plataforma detrás de la que se esconde el movimiento radical colono. "No me preocupan las repercusiones políticas de este voto, prefiero estar al lado de los pobres, que junto al Gobierno", aseguraba ayer por la noche el líder del Shas, Eli Yishai, hasta hace pocas horas ministro del Interior, recalcando así que su partido había votado en contra de la ley, ya que esto suponía recortar las ayudas familiares, especialmente de los ultraortodoxos.
Grandes perjudicados
Los miembros de Shas se callaban, sin embargo, que con esta ley ellos serán los grandes perjudicados, ya que los recortes presupuestarios amenazan la continuidad de las subvenciones estatales a su red de colegios, guarderías y centros sanitarios, gracias a los cuales obtienen una importante clientela política que les asegura los votos en las elecciones.
El cese de los ministros de Shas deja al Gobierno en puertas de la quiebra con 65 escaños sobre un total de 120 diputados, pero lo que es más grave el partido nacionalista Likud depende enteramente de los laboristas para poder continuar en el poder. La situación es insoportable, sobre todo para línea dura de la formación, que liderada por el ex primer ministro Benjamín Netanyahu, espera para hacerse con el poder.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 21 de mayo de 2002