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Muere de cáncer el científico Stephen Jay Gould, un evolucionista heterodoxo

Su interpretación de la teoría de Darwin rechazaba un proceso de evolución gradual

El paleontólogo estadounidense Stephen Jay Gould, que desveló los misterios de la evolución a millones de lectores con ensayos como el que dedicó al pulgar del panda, falleció ayer en su casa de Nueva York tras una larga lucha contra el cáncer. El profesor de Harvard, de 60 años, autor de unos veinte libros, muchos de ellos éxitos de ventas, era muy conocido por su interpretación heterodoxa de la teoría de la evolución de Charles Darwin.

Nacido en Nueva York, a Gould le gustaba recordar la impresión que le había causado a la edad de cinco años su primer encuentro con un dinosaurio de ocho metros de altura, la reconstrucción de un tiranosaurio expuesta en el Museo de Ciencias Naturales de la ciudad adonde su padre, un modesto taquífrafo de tribunales, le había llevado de visita. Lo tuvo tan claro, que ese mismo día anunció a sus familiares que, de mayor, sería paleontólogo.

A los 26 años logró su cargo de profesor en Harvard. Técnicamente, su especialidad eran los fósiles pero Gould enseñó también geología, biología, zoología e historia de la ciencia. "La ciencia no es una búsqueda insensible de información objetiva", escribió. "Es una actividad creativa humana y sus genios actúan más como artistas que como procesadores de información".

Algunos de los trabajos más conocidos de Gould, son El pulgar del panda, Dientes de gallina y dedos caballo, Ciencia versus religión, La vida maravillosa y La sonrisa del flamenco. En sus ensayos de divulgación recurrió a detalles insólitos para introducir al lector, de forma amena, a temas más generales, utilizando un lenguaje que mezclaba con gran acierto las explicaciones científicas propias de un profesor de Harvard con la jerga de un forofo de beisball cualquiera. Evolucionista heterodoxo, la idea con la que pasará a la historia de la ciencia es la del equilibrio puntuado, según la cual, la evolución se desarrolla en relativamente rápidos brotes y no mediante un proceso gradual, de pequeños cambios, de transformaciones continuadas. También subrayó la importancia de las estadísticas en el estudio de la evolución.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 21 de mayo de 2002