A los ciudadanos europeos pacíficos y civilizados nos repugna que Salvador Távora torture a un toro bello e inocente por puro capricho. Por ello, reivindicamos la vida de ese toro, pedimos clemencia para él, rogamos que no sea víctima de la salvaje tortura de la lidia. Lo pedimos, antes que nada, por el toro, pero también por nuestra propia dignidad de seres humanos y civilizados y también por la del señor Távora.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 24 de mayo de 2002