Señoras, señores. Soy un bicho. Como lo oyen. Así nos denominan, en el argot inmobiliario, los propietarios de las fincas ruinosas a los que vivimos o tenemos un negocio en ellas. ¿Cómo se deshace uno de estos propietarios de sus bichos? Declarándose en ruina económica y rescindiendo el contrato; ese es su insecticida. Así nos echan sin ningún tipo de indemnización o, con mucha suerte, con una irrisoria.
La mayoría de estas fincas están en Ciutat Vella y en el Raval; ese distrito barcelonés que hay tanto interés en limpiar, y me atrevo a pensar que con cierta complicidad del Ayuntamiento.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 24 de mayo de 2002