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FESTIMAD 2002

Los sonidos más duros reciben a los primeros asistentes a Festimad

Más de 15.000 espectadores han comprado ya entradas

Del grunge a la alta tecnología, de la lluvia al buen tiempo, muchas son las cosas que parecen distintas en la edición de este año de Festimad. En las tranquilas praderas del parque de El Soto de Móstoles, que hasta ayer acogieron a cerca de 15.000 personas, según cifras facilitadas por la organización del festival, el ambiente resultaba festivo con una parroquia que agradecía el buen tiempo reinante.

Se notaba en los hombros y mejillas sonrosadas los que habían venido a primeras horas. Los protectores solares quitaron el protagonismo que en ediciones anteriores habían tenido los chubasqueros. Tanto es así que por parte de la Cruz Roja se afirmaba que la mayor parte de las atenciones se prestaron a asistentes que mostraban auténticas ampollas. Se dispensó crema protectora a granel para proteger las generosas exhibiciones de pieles de las que hizo gala el joven personal asistente. Con la bonanza atmosférica bendiciendo el desarrollo del festival, era un gusto ver a miles de jóvenes ligeros de ropa luciendo tatuajes y piercings con la soltura y desparpajo que da sentirse protagonista de un acontecimiento para ellos histórico.

El signo de los tiempos también ha cambiado muchas cosas del Festimad, que cada vez se parece más a un festival temático con sus distintos apartados. En el camino que lleva de la zona de escenarios a la de mercadillo y servicios, entre las anotaciones ecológicas que indican los nombres científicos de cada árbol o arbusto, un grupo de jóvenes aficionados al hip hop bailaban quebrados sobre una tarima, eso que ahora se llama freestyle y antes breakdance.

La actualidad política mundial se expresaba en una enorme valla bajo el escenario principal en la que algunos jóvenes habían plasmado sus inquietudes. El dibujo de unas Torres Gemelas de las que se descolgaban paracaidistas, un enorme SOS en la pantalla de un móvil o alusiones a las maldades de la globalización destacaban entre ese mural informativo improvisado. En otra pared, esta vez más oficial, jóvenes grafiteros se ejercitaban en el arte del aerosol formando un vistoso grafito multicolor. Y otra novedad, un pequeño recinto, casi en los confines del parque, constituía el Over Star Jam Sessions, creado para que músicos que no figuraban en la programación oficial ejecutaran improvisaciones musicales. Cuando la tarde aún no había caído, el grupo Re-Percussion mezclaba tambores con sonidos de gaita y guitarras eléctricas en una suerte de trance que invitaba a la meditación y el viaje al interior de uno mismo.

Festimad espera para hoy a otros 15.000 asistentes, la mayoría de ellos distintos a los de ayer, pues según confirmaron anoche haciendo balance de la primera jornada, este año se habían vendido más entradas por separado para cada día, que bonos que dan derecho a acudir los dos días. Quizá porque el público que fuera ayer a ver a Rammstein sea radicalmente distinto al que le apetezca hoy Jamiroquai, a la postre las dos cabezas de cartel anunciadas hace tiempo.

Los de la primera jornada, desde luego, disfrutaron de buen número de descargas eléctricas que representaban las mil y una ramas que se desprenden del árbol del rock. Los españoles Sôber volvieron a demostrar en el festival que les hizo grandes por qué buena parte de las expectativas del rock nacional están depositadas en ellos. Las canciones de su disco Paradysso sonaron apabullantes ante un personal que les reconoce ya como grandes del género en España. Puede además que las ventas del disco se correspondan a ese interés. Otra banda de rock grueso que realizó una apabullante exhibición fueron P.O.D., grupo que recoge los arquetipos de un género rock juvenil estadounidense, pero que en directo suenan un poco copia de copia. No obstante, a esas alturas ya de la noche, temas como Alive o Youth of the nation sirvieron para que la multitud de jóvenes que se agolpaban ante el escenario sacudieran unos cuerpos que ya comenzaban a sentir los rigores de un festival de esta características. Tras ellos, la música de uno de los nombres más interesantes del cartel, Andrew W.K. se erigió en protagonista con un vigoroso concierto a base de los temas de su disco de debut y en el que es capaz de sintetizar las influencias más contrapuestas para hacer de su rock fuerte una música ecléctica, dura y atractiva. Puede decirse que triunfó claramente y que dejó el escenario caliente para los Rammstein.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 25 de mayo de 2002