Uno de los primeros artículos que publiqué en mi vida, recién empezados los estudios de periodismo (Semanario de Elche, 24 de diciembre de 1970), se llamaba 'Elche y su misterio'. Por esas fechas se hablaba de incorporar un tercer ensayo general -lo que sucedió finalmente en 1972- con el consiguiente revuelo. José Camón Aznar, presidente del Patronato en esa época, me decía entonces: 'No se puede poner [La Festa] al servicio del turismo, porque pierde su justificación religiosa y popular. El hecho de que se anuncie como un espectáculo turístico me parece innoble'.
¿Les suena? Han pasado treinta y dos años; pero ahora el Misteri es Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad, y la espiral se ha vuelto imparable. La disyuntiva no está, para mí, entre hacer o no hacer: lo fundamental es qué hacer y por qué hacerlo. El único punto de partida es un profundo conocimiento, respeto y amor por nuestra Festa. Sobran la ignorancia, los personalismos, los lucimientos inmediatos y las ideas geniales. Estamos manejando una materia sagrada, la esencia misma de nuestro ser como pueblo. Y se ha de hacer desde una concepción global, desde una idea profunda y a largo plazo; no, como a veces sucede, a salto de mata. La ciudad tiene que dar respuesta a cuantos se acercan, fuera de las fechas de representación, para conocer La Festa. Hemos generado expectativa mundial y no podemos defraudarla. Y, en caso de que se decida, finalmente, que ha de hacerse una representación extraordinaria más, yo empezaría por una dedicada íntegramente, incluida la coronación de la Maredéu, a los ilicitanos e ilicitanas que, por razones de edad, hace mucho que no pueden aguantar la larga espera del 14 y 15 de agosto. Ellos sostuvieron La Festa en los momentos más duros porque formaba parte indisoluble de su vida y quienes gozamos ahora el Misteri del tercer milenio tenemos una deuda de gratitud con ellos.
María Ángeles Sánchezes periodista y experta en el Misteri d'Elx.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 26 de mayo de 2002