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ELECCIONES EN COLOMBIA

Uribe gana con rotundidad las elecciones en Colombia

El discurso antiguerrillero del disidente liberal le da la presidencia con mayoría absoluta

El autoritario discurso antiguerrillero del liberal disidente Álvaro Uribe ganó ayer las presidenciales colombianas. Anoche era irreversible su rotundo triunfo en primera vuelta, al superar ampliamente la mitad más uno de los votos necesarios para evitar una segunda el 16 de julio. Escrutado oficialmente el 91,02% de los votos, Uribe sumaba el 53,17%, con 5.494.724 sufragios, y sepultaba las aspiraciones de Horacio Serpa, candidato oficial del opositor Partido Liberal, que sumaba 3.250.407, el 31,45%, y aspiraba por segunda vez a la presidencia. De no mediar imponderables, el abogado Álvaro Uribe, de 49 años, sucederá al conservador Andrés Pastrana el 7 de agosto.

El hostigamiento guerrillero y paramilitar de la jornada electoral, los bombazos contra tendidos eléctricos, la explosión de un coche bomba que mató a un soldado y a dos insurgentes, o la desactivación de otros doce, fueron ayer episodios nada extraordinarios en una nación acostumbrada a peores rutinas. "Un día en Colombia es como diez años en Suiza", resumió el candidato Luis Eduardo Garzón, que lograba casi de 700.000 votos. Más de 200.000 soldados y policías impidieron el saboteo de la consulta, y el país votó "en relativa calma", con una participación cercana al 50%.

Álvaro Uribe también logró la jefatura del Estado, avasallando, en el cómputo de los votos de los colombianos que sufragaron en el extranjero. El Partido Conservador le había apoyado en campaña, renunciando a su propio candidato por primera vez en su historia, ante la imposibilidad de remontar la ventaja conseguida por el belicoso discurso del liberal disidente. La mejor baza de Uribe fue el fracaso del proceso de paz impulsado por Pastrana en 1999, la inutilidad de sus concesiones, entre ellas la cesión de 42.000 kilómetros cuadrados a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), para facilitar el diálogo.

Los resultados del emergente Garzón (649.000 votos), superando a Sanín (604.643 votos), fueron aplaudidos por los colombianos que consideran necesario el nacimiento de una izquierda democrática, de una fuerza popular sin fusiles. Esos nacionales asocian a liberales y conservadores, y a su clientelismo, con los fracasos nacionales, y el retraso en las reformas políticas y la justicia distributiva requeridas en una nación con el 60% de sus 40 millones de habitantes en la pobreza. Vender la guerra ha sido más rentable que vender la paz y la reconciliación, e incluso que la experiencia. "Llevo 30 años luchando. Los colombianos no serán tan bobos de perder la oportunidad de contar con mi experiencia", declaró Serpa de vísperas.

La mayoría de los habitantes de esta vapuleada nación desdeñó esa experiencia porque la emparentaron con la denunciada destreza de la clase política tradicional, de liberales y conservadores, en la marrullería y la corrupción. Uribe logró ser percibido como ajeno a esas corruptelas en un país que regresó a las lecturas de la realidad en blanco y negro. "Éste es posiblemente uno de los procesos electorales más difíciles de la historia reciente de Colombia", había subrayado el presidente conservador, Andrés Pastrana, al abrir las votaciones en la Plaza Bolívar de Bogotá, una ciudada habitada por siete millones de persona, y donde Uribe dobló a Sherpa. "Las FARC le han declarado la guerra al pueblo colombiano, pero por eso hoy los colombianos (...) vamos a salir, masivamente, a decirles a los violentos que es a través de los votos y no de las balas como se logran los triunfos". El ingeniero informático José Darío Villar, que también sufragó en la histórica plaza capitalina, se tornó violento, y quiere votos y balas. "Con Uribe vamos a responder a quienes no están atacando. Ya está bien de las payasadas de Pastrana".

Portavoces electorales calculan que habrá votado más de la mitad de los 24 millones de colombianos autorizados a elegir entre 11e candidatos a jefe de Gobierno, uno de ellos vestido de torero.

Serpa, aspirante por segunda vez a la presidencia, incidió sobre la necesidad de resolver los problemas sociales, el paro y la pobreza, para hacer posible la normalización de esta nación con dos millones de desplazados por la violencia, de madres con niños de teta penando con la mano extendida por los arrabales de las grandes ciudades. Y de las canteras de la miseria proceden los 2,5 millones de niños y adolescentes sin escolaridad, ni futuro, presa fácil de quienes les ofrecen un fusil, un chusco, penalidades, y muchos imposibles.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 27 de mayo de 2002